Los páramos de Pull Quishuar acogen a 20 alpacas. Esta es la primera experiencia de crianza en la comunidad. Foto: Archivo / EL COMERCIO
Los buenos resultados que nueve comunidades obtuvieron con la crianza de camélidos motivaron a más comunidades a convertirse en alpaqueros.
Las fibras tienen una alta demanda en el mercado y los animales contribuyen al cuidado de los páramos debido a que son una especie nativa de la zona andina.
“Queremos exportar las fibras. Nos dijeron que en el extranjero las prendas hechas con hilos de alpaca llegan a ser muy costosas. Sabemos que nos tomará un tiempo, pero nos preparamos”, dice emocionado Manuel Minagua, un comunero de Pull Quishuar.
En esa comunidad, situada a 30 minutos de Guamote, en Chimborazo, habitan 115 familias. Ahí subsisten de la agricultura y la ganadería vacuna, pero este año se sumaron a la Asociación de Alpaqueros de Chimborazo y se organizaron para iniciar el emprendimiento comunitario.
Los primeros animales que recibieron fueron entregados en marzo pasado por técnicos del Gobierno Provincial de Chimborazo, que promueve la crianza de alpacas en 14 comunidades de Riobamba, Guamote y Colta. Recibieron 10 ejemplares, pero hoy cuentan con 16 alpacas.
“Nos turnamos para cuidarlas. Hemos aprendido a desparasitarlas y a pastorearlas, es más sencillo que cuidar borregos o vacas, porque ellas se alimentan de la vegetación del páramo”, dice Minagua.
Los efectos ambientales de las alpacas en el páramo empezaron a verse tras los primeros meses. Las fuentes de agua incrementaron su caudal, los pajonales conservan su altura y los potreros reverdecieron.
El pastoreo de borregos
-animales introducidos a los páramos- estaba acabando con el ecosistema. Los ovinos tienen pezuñas duras que aplastan las almohadillas de los páramos, que son unas plantas que actúan como esponjas que retienen el agua y la liberan lentamente.
Ahora tienen beneficios ambientales con las alpacas. Ellas tienen pezuñas suaves, que no compactan el suelo ni afectan a los humedales. Además, la forma de sus mandíbulas les impide arrancar de raíz las plantas que ingieren, y se alimentan sin causar impacto a la flora de páramo.
Pero lo que más atrae a los comuneros, además de las ventajas para el medioambiente, es la proyección comercial de las fibras en el mercado.
Cada jueves, en las ferias de Guamote hay decenas de compradores que ofrecen hasta USD 0, 80 por cada libra de fibras de alpaca, mientras que los vellones de borrego se venden hasta por USD 0, 10 por libra sin procesar.
Reemplazar los borregos por alpacas fue una decisión difícil de tomar, porque ya estaban acostumbrados a los ovinos y de las alpacas no conocían mucho. “Pero ahora confiamos en que tendremos más rentabilidad para las familias”, dice Pedro Jaya, otro comunero de Pull Quishuar.
La meta de las comunidades que se dedican a la crianza de camélidos es la exportación, por lo que trabajan en el fortalecimiento de la organización para luego contar con un centro de acopio. Hay mercado en el extranjero, incluso demanda insatisfecha, pero aún les falta volumen de producción para poder competir con otros exportadores fuertes como Perú, explica Edison Parra, técnico del Ministerio de Agricultura y Ganadería.
Esa Cartera de Estado también promueve proyectos de crianza de alpacas en otras ocho comunidades de Riobamba y Colta, desde el 2015.
Los pioneros en el emprendimiento de camélidos son los habitantes de San Juan, una parroquia ubicada en las faldas del volcán Chimborazo. Allí hay unas 56 familias que se dedican a la crianza de alpacas desde hace casi 20 años.
Allí descubrieron que la rentabilidad no solo puede generarse con la venta de fibras y artesanías manufacturadas por ellos, sino que también notaron que los turistas extranjeros estaban interesados en conocer cómo se criaban los animales y la importancia cultural que tienen para las comunidades.
Eso los llevó a incluir en sus paquetes de turismo comunitario tours que contemplan visita a los páramos, donde están los criaderos de alpacas.
“Estamos felices de que más comunidades se animen a criar alpacas, porque nosotros ya hemos visto resultados en nuestras organizaciones. Además, que haya más alpaqueros en la provincia nos beneficia a todos, porque así lograremos el volumen para exportar”, dice Olmedo Cayambe.