Los corrales de piedra marinos se extienden por seis kilómetros en las playas. Foto: Foto Cortesía Marcos Labrada INPC
Ligüiqui se esconde entre un acantilado y una selva tropical. La comuna manabita, asentada en el sur de Manta, es un tesoro arqueológico ancestral que llama la atención del mundo por la conservación de sus emblemáticos corrales marinos, usados por los pobladores de la cultura Manteña.
Estos corrales, que los antiguos manteños colocaron en la playa para la pesca, permanecen casi intactos en el lugar. Las estructuras de piedra, ubicadas en forma de U invertida, actuaban con marea alta y atrapaban peces y crustáceos, que los nativos recogían cuando la marea bajaba.
Actualmente en la comuna viven 300 personas, que aún utilizan las estructuras rocosas, cuya historia hace a esta población un punto de partida para la investigación científica y el turismo cultural.
Arqueólogos de la universidad de Alcalá (España) llegaron al sitio a inicios de junio para iniciar un proceso de investigación de los corrales. Estos se reunieron con los principales de la comuna, para delinear un plan de trabajo integrado.
Este proyecto de investigación está financiado por el Instituto Nacional de Patrimonio Cultural (INPC) y la fundación española Palarq, y se extenderá por los próximos cinco años, contó Manuel Castro, uno de los científicos ibéricos que visitó el país.
Los corrales manteños se extienden por seis kilómetros lineales, desde la playa de Ligüiqui hasta la localidad de Santa Marianita. Según Lauro Olmo, otro de los arqueólogos, lo que buscan es integrar los yacimientos costeros con los que se encuentran en los cerros del sector, que incluyen a Ligüiqui y a Pacoche.
“No solo nos interesa el monumento, sino identificar la comunidad. Contextualizar todo ese paisaje del interior y de la Costa, y analizar el momento de contacto con los colonizadores españoles”.
Sus primeros estudios denotan que la civilización manteña podría haberse mantenido por lo menos un siglo después de la llegada de los españoles, en 1521. Esa es una hipótesis que aún debe analizarse, según contó el arqueólogo.
Corrales similares se documentaron en Chile, Australia, Islandia y España. Sin embargo, lo novedoso del yacimiento manabita es su extensión, que denotaría un sistema a mayor escala y mejor organizado, para proveer a los habitantes de sectores como Jaboncillo, en Portoviejo, y Jocay, en Manta.
Según la planificación, la delegación española regresará a su país este sábado y el próximo año volverá a Ligüiqui, para la segunda etapa del proyecto, que comprendería excavaciones en el terreno alto. Para eso, ya tuvieron conversaciones con los habitantes de la zona. Nelson Reyes, secretario de la comuna, manifestó que la exploración científica es un impulso que podría ayudar al crecimiento de los pobladores del sector.
“Somos cholos pescadores, nos interesa conocer más de nuestra cultura.
Además de que estos estudios son un imán turístico”, dijo el joven de 26 años. Contó que él y sus vecinos aún bajan a la playa para recolectar los moluscos que quedan atrapados en los corrales de sus antepasados.
Principalmente recolectan pulpos y ostiones. Comentó que debido a la pesca de arrastre de los buques y pangas son pocos los productos marinos que se encuentran entre las piedras.