Investigadores del Brigham and Women’s Hospital, en Estados Unidos, diseñaron un estudio que simulaba el trabajo nocturno. Probaron el efecto de comer de día y de noche, frente a comer solo cuando hay luz solar. Descubrieron que, entre los participantes del grupo que comía en el día y la noche, los niveles de estado de ánimo depresivo aumentaban en 26%. Asimismo, los niveles de estado de ánimo similares a la ansiedad se elevaban en un 16%.
Los participantes del grupo que solo comía de día no experimentaron este aumento. Esto sugiere que el horario de las comidas influye en el estado de ánimo. “Los hallazgos aportan pruebas de que el horario de la ingesta de alimentos es una estrategia novedosa para minimizar la vulnerabilidad del estado de ánimo en individuos que suelen experimentar un desajuste circadiano”.
La investigación aplica para las personas que trabajan por turnos, que experimentan ‘jet lag’ o que sufren trastornos del ritmo circadiano, explica el coautor Frank A. J. L. Scheer, director del Programa de Cronobiología Médica en la División de Sueño y Trastornos Circadianos del hospital Brigham.
“Se requieren, eso sí, futuros estudios en trabajadores por turnos y en poblaciones clínicas para establecer con firmeza si los cambios en el horario de las comidas pueden prevenir su mayor vulnerabilidad anímica”, añade.
Es mejor comer durante el día
Los trabajadores por turnos representan alrededor de la quinta parte de la mano de obra en las sociedades industriales. Son responsables directos de muchos servicios hospitalarios, trabajos en fábricas y otros servicios esenciales.
Suelen experimentar desajustes, entre su reloj circadiano central en el cerebro y los comportamientos diarios, como los ciclos de sueño/vigilia y ayuno/comida. Lo que es más importante, también tienen un riesgo entre un 25 y un 40% mayor de sufrir depresión y ansiedad.
La coautora del estudio, Sarah L. Chellappa, añade que los hallazgos abren la puerta a una novedosa estrategia conductual del sueño/circadiana, que también podría beneficiar a las personas que sufren trastornos de salud mental.
Para llevar a cabo el estudio, Scheer, Chellappa y sus colegas inscribieron a 19 participantes (12 hombres y siete mujeres) para un análisis controlado aleatorio.
Los involucrados se sometieron a un protocolo de desincronización forzada con luz tenue durante cuatro ‘días’ de 28 horas. Así, al cuarto ‘día’ sus ciclos de comportamiento se invirtieron 12 horas, simulando el trabajo nocturno y provocando un desajuste circadiano.
Los participantes fueron asignados aleatoriamente a uno de dos grupos de horarios de comidas: diurnas y nocturnas, que comía según un ciclo de 28 horas (lo que resultaba en comer tanto de noche como de día, lo que es típico entre los trabajadores nocturnos).
Mientras el grupo de comidas solo diurnas, lo hacía según un ciclo de 24 horas (lo que resultaba en comer solo de día). El equipo evaluó los niveles de los estados de ánimo relacionados con la depresión y la ansiedad cada hora.
Descubrieron que el horario de las comidas afectaba significativamente a los niveles de ánimo de todos los participantes. Durante el turno de noche simulado (cuarto día), los participantes del grupo de las comidas diurnas y nocturnas presentaron mayores niveles de estado de ánimo similar a la depresión y de ansiedad.
Por el contrario, no se produjeron cambios en el estado de ánimo del grupo de comidas diurnas durante el turno de noche simulado. Se necesitan estudios futuros para establecer si los cambios en el horario de las comidas pueden ayudar a los individuos que sufren trastornos relacionados con la depresión y la ansiedad.