La Casa de la Cultura Ecuatoriana celebra su 70° aniversario.
Mañana, 9 de agosto, la Casa de la Cultura Ecuatoriana (CCE) celebra su 70º aniversario.
Este hecho no solo es objeto de festejo para las aproximadamente 60 000 personas que han asistido a los eventos organizados por la institución, a escala nacional. También es un motivo de reflexión acerca del aporte de la Casa que, según su presidente, el escritor Raúl Pérez Torres, fue fundada bajo un concepto elitista y que a futuro se plantea su democratización.
Como en ocasiones anteriores, la Casa acusa una crisis económica y conceptual, que se materializa simbólicamente en un edificio matriz cuyos espejos van cayéndose poco a poco. El deterioro de las instalaciones ha sido denunciado por su propio Presidente, quien por ejemplo ha alertado que el Teatro Nacional no cuenta con las condiciones para seguir operando. El presupuesto, a su criterio, es insuficiente.
Por otra parte, la CCE se erige como única opción para las artes en muchos ámbitos.
La oferta de espacios (para ensayo, presentación o exhibición) a bajo costo y la posibilidad de alianzas estratégicas son dos puntos claves para entender el papel actual de esta institución. Así lo ve la actriz Irina Gamayunova, quien dirige la agrupación de teatro y danza infantil Guagua Pichincha.
Hace aproximadamente siete meses, ella estableció una cooperación con la CCE, que le permite utilizar sus espacios, “algo que no ocurre con facilidad aquí”. Además, dice que el porcentaje que debe pagar por presentación es mucho menor al costo de las salas privadas.
En el Edificio de los Espejos, como se conoce a la sede de la CCE ubicada en Quito, cohabitan 10 grupos independientes de artes escénicas y/o musicales en los diversos espacios que posee este lugar. Sin embargo, las condiciones no son siempre idóneas, y muchas veces se ha hablado de una tugurización del lugar.
Artistas como Andrea Jácome y Fernando Pacheco quisieran ese tipo de espacios en otras provincias; ellos cuentan que en los núcleos de Tungurahua o Chimborazo es más difícil sostener proyectos de largo aliento por este motivo. La actriz cree que en Quito existe, de cierta manera, “la presión de presentarse como una casa funcional frente a las autoridades gubernamentales”.
En este punto, precisamente, hace hincapié el economista Felipe Rivera. Al revisar parte de los informes de gestión de la CCE disponibles en el sitio web de la institución, él cree que hay un desequilibrio entre los presupuestos que se manejan entre la matriz y los núcleos provinciales. La sede ocupa más de USD 11 millones de los aproximadamente USD 17,2 asignados por el Estado a todo el sistema de la CCE.
A este cuestionamiento, Pérez Torres responde: “No es lo mismo mantener la infraestructura de la matriz, que incluye museos grandes, que la de Zamora o Galápagos”. Del presupuesto de Quito, el Presidente calcula que la mitad se va en sueldos y pagos de servicios básicos (luz, agua, teléfono…).
Sin abordar el tema financiero, el escritor y crítico de arte Jorge Dávila Vásquez señala que no hay un esquema funcional claro por parte de la CCE que permita replicar su modelo de trabajo en la matriz en los 23 núcleos provinciales. Pese a ello, él cree que la labor de la institución aún tiene vigencia.
A partir de un análisis de la manera en la que se maneja la programación de la institución, Fabiano Kueva, gestor y miembro del colectivo Oído Salvaje, señala que faltan políticas claras de programación.
Sin lugar a dudas, las carteleras de la matriz de la CCE cuentan con eventos que van desde las discusiones más acaloradas en materia de crítica literaria, la proyección de documentales históricos, exposiciones de pintura, hasta limpias chamánicas u homenajes políticos. Una línea clara de adónde se quiere ir es lo que les hace falta a gestores como Andrea Garzón, para quien la CCE termina siendo “el espacio donde todo ocurre, pero nada queda”.
A pesar de las limitaciones en materia de presupuesto -uno de los temas recurrentes en los discursos del Presidente de la institución creada bajo la visión de Benjamín Carrión-, no se puede negar que la CCE mantiene su espacio en la memoria colectiva nacional. Y eso queda sentado al revisar la programación de aniversario, la misma que incluye la presentación de varias de las joyas que posee.
Por ahí aparecen los nombres de Nelson Estupiñán Bass y Pablo Palacio, reunidos en una colección literaria que incluye lo mejor de su obra. También están exposiciones como ‘Cartografías del Louvre’, con imágenes de las cuales ni siquiera el propio museo francés conocía de su existencia.
En Contexto
El 9 de agosto de 1944 fue creada la Casa de la Cultura Ecuatoriana bajo el Decreto Ejecutivo Nº 707 de la presidencia de José María Velasco Ibarra. Para celebrar esta fecha, la institución ha desarrollado más de 100 eventos en todos sus núcleos provinciales.