El cambio climático afecta a todas las especies. Algunas podrán adaptarse o modificar su rango de distribución, pero otras, especialmente las endémicas, están condenadas a la extinción. Anfibios, aves y mamíferos son algunos de los animales más amenazados por este fenómeno en Ecuador.
La situación del perico de Orcés es una muestra de que el cambio climático ya está modificando el comportamiento de los animales en el país. Esta especie es endémica de la provincia de El Oro. Es el único lugar en el planeta donde habita.
José León, coordinador de Proyectos de Conservación e Investigación de la Fundación Jocotoco, cuenta que desde 1999 esta organización empezó a adquirir tierras para proteger al animal.
Así se creó la Reserva Buenaventura, donde se llevan a cabo programas para recuperar la especie, que tiene menos de mil individuos y se encuentra ‘En peligro’. Debido a los efectos directos del cambio climático, el perico empezó a desplazarse hacia zonas más altas, fuera de Buenaventura.
Un estudio realizado en 2018 por Martin Schaefer, director de Jocotoco, junto con otros investigadores, demuestra que el rango de distribución del ave aumentó 268 m hacia arriba en los últimos 30 años.
Se calcula que hasta el año 2 100 va a ascender entre 500 m y 1 700 m, dependiendo del avance del fenómeno.
León explica que para proteger al animal se continúa extendiendo la reserva hacia zonas más altas. El problema es que si no cambia el panorama mundial, en el futuro el perico ya no tendrá más espacio para continuar ascendiendo.
Diego Cisneros-Heredia, director del Museo de Zoología de la Universidad San Francisco de Quito, explica que las especies con mayor potencial de riesgo son las que tienen rangos de distribución pequeños o las que son endémicas. Esto ocurre especialmente en Ecuador, donde se registra un alto nivel de endemismo.
Una ligera modificación en la temperatura o en el porcentaje de humedad en su hábitat puede ocasionar la desaparición de una población o toda una especie. Esto ocurre principalmente con los anfibios.
Cisneros-Heredia explica que son uno de los grupos más vulnerables a “los cambios climáticos”. Un caso ejemplar es el del cutín gigante de los Andes. Este sapo fue descubierto en 2010 en los páramos del Parque Nacional Podocarpus. Era uno de los anfibios más abundantes de la zona, pero desde 2012 no se lo ha vuelto a ver.
Este anfibio estaba adaptado especialmente para vivir solo en esta zona del mundo. El especialista cree que pudo haber sido víctima de los cambios de condiciones en los páramos.
Otro de los grupos amenazados por el fenómeno climático son los mamíferos, especialmente los monos. Diego Tirira, investigador de la Fundación Mamíferos y Conservación, realizó un estudio de la situación de los primates y se establecieron proyecciones tomando en cuenta distintos escenarios.
Su investigación revela que el chichico del Yasuní, el leoncillo y el chorongo rojizo podrían ser los más afectados. El primero perdería el 100% de su hábitat ideal y los otros dos hasta el 80%. Tirira señala que de las 21 especies de primates que hay en Ecuador, la mitad tendría una afectación moderada a severa hasta 2050.