El tradicional sombrero de paja toquilla de Ecuador fue declarado en 2012 como patrimonio cultural inmaterial de la humanidad.
Las manos de las tejedoras cuencanas, que elaboran los sombreros de paja toquilla, siguen entrelazando las fibras naturales, pese a la pandemia.
Cañar tiene una arraigada tradición artesanal que conserva técnicas ancestrales alrededor de los textiles, la cerámica y la paja toquilla. Esa diversidad se muestra en los 15 estands ubicados alrededor del Complejo Arqueológico de Ingapirca.
Los homenajes a los artesanos que se dedican al tejido de la paja toquilla ahora son parte de las danzas de grupos folklóricos en Manabí.
La tienda se destaca en la entrada principal del Mercado Artesanal de Guayaquil. Llaman la atención los colores vivos en los bolsos que cuelgan o se muestran en la estantería.
Las 30 socias de la Asociación Tesoros del Inca del cantón azuayo de Chordeleg diversificaron sus creaciones en paja toquilla. Además del tejido del sombrero incursionaron en una amplia línea de accesorios, adornos para el hogar y objetos utilitarios.
Los artesanos que tejen la paja toquilla para elaborar los sombreros de fina calidad volvieron contentos a Montecristi, en Manabí. Ayer, 125 de ellos recibieron una certificación del Servicio Ecuatoriano de Capacitación Profesional (Secap) que reconoce sus labores y les da nuevas oportunidades para mantener este oficio ancestral. Flérida Pachay teje los sombreros de paja desde hace 45 años. En sus manos se evidencian los años que ha dedicado a este oficio.
Era sábado (1 de junio del 2019). A las 04:30 Maclovia Macancela, de 66 años, inició la jornada en su casa ubicada en la comunidad de San Miguel de Porotos, cantón Azogues. A esa hora cargó y embarcó los bultos de paja toquilla en una camioneta. Tras 15 minutos de viaje por una carretera asfaltada llegó hasta la plaza de San Francisco, en el centro de la capital cañari. Allí desembarcó los bultos, retiró la paja de los costales y la colocó en montones.
El ‘Hat Friday’ ha dado resultados positivos. Tres meses después del inicio de esta campaña, más azuayos utilizan el sombrero de paja toquilla los viernes en las labores diarias y las empresas ven una oportunidad para mejorar sus ventas.
La campaña ‘Hat Friday’ invita a todos los ecuatorianos a lucir orgullosamente el sombrero de paja toquilla fabricado por artesanos del país, quienes impregnan amor y calidad en su elaboración.
La confección manual de un sombrero de paja toquilla gruesa puede tomar hasta ocho horas. Por cada accesorio se pagaba hasta hace tres años unos USD 5. Hoy, los 30 integrantes de la Asociación de Tejedoras de Paja Toquilla de El Milagro, en Portoviejo, reciben no menos de USD 12.
Sombreros de diferentes colores, adornos para el hogar y objetos utilitarios elaborados en paja toquilla se exhibieron en el Festival del Sombrero. Este espacio fue organizado por el Economuseo Casa del Sombrero del Municipio de Cuenca.
La paja toquilla fue el protagonista principal del Desfile de Identidad Cultural organizado por el Economuseo Municipal Casa del Sombrero de la capital azuaya. En ocho presentaciones, tres diseñadores y asociaciones artesanales de tejedores exhibieron accesorios y bisutería elaboradas en esta fibra vegetal.
Los domingos son especiales en el cantón azuayo de Sígsig. Desde las 04:00, y sin importar el frío andino, las artesanas se ubican en las calles céntricas para comprar o vender la paja toquilla.
Desde muy temprano Margarita García, de 72 años, se prepara para tejer un nuevo sombrero, tal como le enseñó su madre.
El viaje que realizó el equipo de Chic! hacia las comunidades manabitas que tejen la paja toquilla finalizó en Pile, una localidad reconocida a escala global por ser hogar de los sombreros más finos.
Un equipo de Chic! viajó a Manabí por la celebración del quinto aniversario de la declaratoria del tejido del sombrero de paja toquilla como Patrimonio Inmaterial de la Humanidad. La primera parada fue El Aromo, la localidad donde se cultiva la paja y donde al menos cuatro familias se dedican al secado de esta fibra vegetal. Este material se distribuirá a las comunidades de tejedores de Manabí, entre ellas, Las Pampas, Cerro Copetón, Picoazá, Membrillal y Santa Ana.
La capital azuaya se unió a los festejos por el quinto aniversario de la declaratoria del tejido de la paja toquilla como Patrimonio Inmaterial de la Humanidad, designación realizada por la Organización de Naciones para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco).
Cuenca es hermosa no solo por el trazado urbanístico y su gente hospitalaria, sino también por la riqueza artesanal que dinamiza el turismo. Esta urbe está hecha de barro, de hierro forjado, de madera tallada, de bordados, de paja toquilla, de orfebrería y tejidos. Todo con finos acabados, que es el testimonio de tradiciones que todavía perduran en la urbe azuaya.
A Domingo Carranza le tomó un mes y medio, en días laborables, tejer el sombrero que se expondrá desde el 1 de octubre en el Museo de Arte Moderno de Nueva York (MoMa). El sombrero de paja toquilla, de estilo clásico, color natural y cinta negra, será uno de los 111 artículos de la muestra ‘Items: Is Fashion Modern?’, curada por Paola Antonelly, comisaria del Departamento de Arquitectura y Diseño del lugar.