La historia de los tejedores se reflejan en danzas montuvias

En Manabí, las mujeres de grupos folklóricos resaltan la labor de las tejedoras. Foto: Bolívar Velasco / EL COMERCIO

En Manabí, las mujeres de grupos folklóricos resaltan la labor de las tejedoras. Foto: Bolívar Velasco / EL COMERCIO

En Manabí, las mujeres de grupos folklóricos resaltan la labor de las tejedoras. Foto: Bolívar Velasco / EL COMERCIO

Los homenajes a los artesanos que se dedican al tejido de la paja toquilla ahora son parte de las danzas de grupos folklóricos en Manabí.

Las mujeres de los conjuntos de bailes tradicionales crearon coreografías en las que muestran los elementos principales de las tejedoras.

Llevan delgados filamentos del producto y un madero, en forma de taburete, junto con el sombrero de toquilla.

De esa forma cuentan la tradición, la constancia y el fruto del esfuerzo de los artesanos que son reconocidos en diversas partes del mundo por sus sombreros finos.

En Portoviejo, las agrupaciones Son Montuvio y Tlagioni insertaron este repertorio escénico de arte hace un año. Todo empezó con una investigación en la zona donde se produce el sombrero, en el cantón Montecristi.

Eduardo Mendoza, director de Son Montuvio, visitó la comunidad La Pile, uno de los sitios referentes de ese cantón donde las mujeres y hombres tejen la toquilla con finos acabados y para que su producción se exporte a mercados internacionales.

Las referencias y la vivencia que Mendoza tuvo con los comuneros le sirvieron para plasmar las danzas.

Fidel Espinal es mencionado en el canto A los Tejedores de mi Manabí, de Son Montuvio. Él lleva 43 años como cultivador y artesano de los sombreros tradicionales de la cultura montuvia. Su relato, llevado a la escena por Son Montuvio, cuenta paso a paso el proceso de cocinado y secado por el que debe ser sometida la fibra de la planta, con el fin de que adquiera esa característica de hilo amarillo delgado.

El grupo Tlagioni, en cambio, resalta la forma de vida de los artesanos manabitas. En una de sus danzas denominada La vida detrás del Toquillero, se hace referencia a los taburetes y hormas que emplean para dar la forma precisa a los sombreros. Destaca el esfuerzo que hombres y mujeres realizan cuando apoyan el busto sobre los maderos.

Permanecen horas enteras con el pecho recostado sobre los taburetes, lo que supone una jornada de larga resistencia, que con el tiempo ya no se siente porque el cuerpo se acostumbra, dice un fragmento del canto.

Tlagioni también cuenta el reconocimiento que tienen los tejedores. Se refieren a la Lista Representativa de Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad en la que consta el Tejido tradicional del sombrero fino de paja toquilla del país.

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