Hoy, 19 de febrero, la Academia Ecuatoriana de la Lengua, Correspondiente de la Real Española, celebrará una sesión solemne en homenaje “al ilustre maestro y polígrafo ecuatoriano Don Simón Espinosa Cordero”. Hago mía la ocasión para también honrar a este extraordinario ser humano y querido amigo.
jzalles@elcomercio.org En su maravilloso libro “El arte de amar”, Erich Fromm pregunta “¿Qué es dar?”, y en su extensa respuesta dice, en parte, que “la esfera más importante del dar no es la de las cosas materiales, sino el dominio de lo específicamente humano. ¿Qué le da una persona a otra? Da de sí misma, de lo más precioso que tiene, de su propia vida. Ello no significa necesariamente que sacrifica su vida por la otra, sino que da de lo que está vivo en él –su alegría, su interés, su comprensión, su conocimiento, su humor.” Son muy valiosos los posibles obsequios “en el dominio de lo específicamente humano” que enumera Fromm. Padres y madres que damos a nuestros hijos, y profesores que damos a nuestros estudiantes de nuestra alegría, interés, comprensión, conocimiento y humor colocamos cimientos de esencial importancia para su sano crecimiento, su desarrollo sicológico, emocional e intelectual, su futura madurez y felicidad, y su capacidad para amar y hacer felices a otros. Persona
En su libro “Para que la democracia funcione”, el politólogo de la Universidad de Harvard Robert Putnam señala que el buen funcionamiento y la gobernabilidad de las comunidades humanas requieren de una vigorosa sociedad civil, cuyos miembros, agrupados en clubs, asociaciones, instituciones y fundaciones, trabajan con espíritu constructivo para satisfacer una amplia variedad de intereses y necesidades, colaborando con o complementando la labor de entidades de gobierno.
En la biografía que ha escrito del genial historiador de las ideas Sir Isaiah Berlin, una de las grandes figuras de la Universidad de Oxford en el siglo pasado, Michael Ignatieff comenta sobre los complejos procesos por los que pasaba la mente de Berlin, quien entonces tenía más de ochenta años, cuando conversaban: “Era una exhibición virtuosista de una gran inteligencia batallando con la decadencia.”
En octubre de 2012, esta extraordinaria joven paquistaní fue atacada vilmente por un miembro del Talibán que quiso matarla, seguramente creyendo que si ella moría, moriría todo lo que ella representa. No solo que Malala no murió, sino que su valentía, fortaleza y claridad de propósito le han permitido seguir en su lucha, y han servido de extraordinaria inspiración.
El señor Presidente electo, declarado tal por el CNE no obstante serias dudas, que no han sido adecuadamente despejadas, sobre su elección, ha hecho declaraciones a favor de “cambiar el estilo de gobierno”, se entiende que hacia uno menos dado a la confrontación que el del Señor Presidente saliente. Ha hablado de entablar el diálogo. Ha enviado mensajes como aquel en el que instó al señor Contralor a una suerte de “clemencia” con los honorabilísimos miembros de la Comisión Anticorrupción. Todo, con el aparente fin de sustentar esta “nueva” imagen y de convencernos de la sinceridad de estas “nuevas” intenciones.
Escribo sin conocer cómo va a terminar el drama electoral, pero debo comentar lo que está sucediendo.
Nicolás Maduro aprueba el presupuesto venezolano por decreto, desconociendo al Parlamento en flagrante violación del orden constitucional y legal, pero formalmente autorizado a cometer esas violaciones por el Tribunal Supremo de Justicia. Donald Trump anuncia que si pierde (léase “voy a perder”) las elecciones en Estados Unidos, será porque “el proceso está amañado”, irresponsable acusación que podría causar serias fisuras en la gobernabilidad e institucionalidad del país.
En la Plaza Belmonte de Quito se realizó hace unos días una conmovedora presentación teatral bajo el título ‘De tu puño y letra’, en la cual decenas de hombres leyeron cartas de mujeres de diversas edades que narraban sus desgarradoras experiencias con la violencia de sus padres o sus esposos.
jzalles@elcomercio.org A través de décadas, en distintas latitudes de nuestra América Latina, hemos escuchado el frecuente llamado a impulsar, consolidar, defender e incluso perpetuar “el proyecto político”, un determinado conjunto de reivindicaciones, objetivos y procesos que alguna parte de la sociedad ha considerado o considera que debe imperar.
Hans Rosling, distinguido profesor del Instituto Karolinska, afamada Escuela de Medicina en Estocolmo, Suecia, es el pionero de un campo de estudio y análisis que merece nuestra más detenida atención.