El señor Presidente electo, declarado tal por el CNE no obstante serias dudas, que no han sido adecuadamente despejadas, sobre su elección, ha hecho declaraciones a favor de “cambiar el estilo de gobierno”, se entiende que hacia uno menos dado a la confrontación que el del Señor Presidente saliente. Ha hablado de entablar el diálogo. Ha enviado mensajes como aquel en el que instó al señor Contralor a una suerte de “clemencia” con los honorabilísimos miembros de la Comisión Anticorrupción. Todo, con el aparente fin de sustentar esta “nueva” imagen y de convencernos de la sinceridad de estas “nuevas” intenciones.
Lo que sería bueno, y aspiro, es que el señor Presidente electo comprenda que muchos sentimos profunda desconfianza, alimentada por una larga serie de actos, acciones y actitudes que él conoce, y que ojalá sepa valorar con objetividad; y que la confianza no se construye con solo declarar que “se desea dialogar”.
Terminé mi anterior artículo en estas páginas planteando que “tenemos que decidir si vamos a dedicarnos al odio mutuo, o si debemos construir puentes entre mundos abismalmente distantes.” Declaro mi voluntad de intentar construir puentes, no obstante las abismales distancias. Nuestra sociedad, y la enorme proporción de sus miembros para quienes la situación es hoy difícil y muy probablemente se hará más difícil a futuro, necesitan que estemos dispuestos a conceder el beneficio de la duda, aun a quienes, como el señor Presidente electo, han alimentado nuestras dudas y nuestra desconfianza.
No es suficiente, sin embargo la voluntad, que hoy declaro, de escuchar al Poder y de identificar los objetivos que tenemos en común, para lograr los cuales podemos y debemos trabajar juntos. Necesito, como necesitamos todos quienes estamos abiertos a conceder el beneficio de la duda, que se den medidas reales, no meras declaraciones líricas, que permitan la efectiva construcción de confianza. Podría ponerse fin al muy cuestionado proceso de revisión de las frecuencias radiofónicas. Podría derogarse la Ley de Comunicación. Podría ser suspendido el trámite en la Asamblea Nacional de varios proyectos de ley que en el momento actual no hacen más que exacerbar el miedo y la desconfianza. Se nos podría dar clara e inequívoca evidencia de que los actos de corrupción que se han dado en el régimen que termina no seguirán siendo encubiertos y no quedarán en la impunidad.
Cabe la triste posibilidad de que, aunque se la solicito con franqueza y de buena fe, el Señor Presidente electo no considere necesaria la construcción de confianza entre quienes no somos sus adeptos.
Pero cabe también la posibilidad de que al Señor Presidente electo le interese construir aquellos puentes posibles, por largas que veamos las distancias.
jzalles@elcomercio.org