De tu puño y letra

En la Plaza Belmonte de Quito se realizó hace unos días una conmovedora presentación teatral bajo el título ‘De tu puño y letra’, en la cual decenas de hombres leyeron cartas de mujeres de diversas edades que narraban sus desgarradoras experiencias con la violencia de sus padres o sus esposos.

Una presentación impactante, imaginativa, de genial concepción e impecable ejecución. Aún así, me resultaron más impresionantes, primero, la enorme concurrencia de público, que incluía a muchos, muchos jóvenes, y segundo, las manifestaciones de sensibilidad y de aprecio que pude escuchar a mi alrededor durante y después de la presentación. El Municipio de Quito, su Secretaría de Cultura, la directora artística Suzanne Lacy, la Fundación Museos de la Ciudad y demás instituciones y personas, que contribuyeron a este significativo logro, merecen profunda felicitación.

También, merecen sincero agradecimiento. Esa noche se combinaron preocupación ante un horrendo problema social con brillante arte escénico y emotiva participación y apoyo por parte de la comunidad. La combinación constituye una espléndida muestra del creciente vigor de nuestra sociedad civil.

En una reciente entrevista junto a la alcaldesa de París, Anne Hidalgo, en la que ambos anticipaban el inicio el lunes 30 de noviembre de la conferencia COP21 sobre cambio climático, el exalcalde de Nueva York, Michael Bloomberg, declaró que los Estados Unidos han reducido sus emisiones de gases de invernadero en un 20% en los últimos años, sin que el Gobierno Federal (es decir, nacional) haya hecho nada al respecto. Las acciones efectivas en esa dirección están siendo ejecutadas por municipios, empresas e instituciones privadas, y ciudadanos comunes… en suma, por la sociedad civil.

En Hungría, hace un par de meses, vimos que la ciudadanía salía a los campos y caminos para distribuir comida y otras necesidades a los miles de refugiados de Oriente Medio que cruzaban su territorio, no obstante los intentos del Gobierno húngaro por impedir ese flujo migratorio. Nuevamente, una sociedad civil actuando con independencia y convicción frente a decisiones contrarias de su propio gobierno.

Se lo ve y se lo oye cada vez más. Las sociedades civiles de todo el mundo se van vigorizando para poner fin a la larga pesadilla populista.

¿Por qué y cómo? Primero, porque tomamos conciencia, nos informamos, asistimos a eventos que nos sensibilizan, y conectamos todo lo que vemos y oímos con los mejores sentimientos y sueños que llevamos dentro. Luego, porque reconocemos nuestras propias potencialidades para hacer una diferencia, por pequeña (o grande) que pueda ser. Y finalmente porque actuamos: reciclamos desechos nocivos, dominamos nuestra ira, establecemos diálogos donde antes hubo silencio.

Toda contribución es válida. También la suya.

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