Los integrantes de Sisa Pakari Centro Cultural & Laboral se presentaron entre el 2 y el 4 de noviembre de 2017. Foto: Lineida Castillo/ EL COMERCIO.
La identidad y la memoria cultural están presentes en más de 200 familias que emigraron desde Azuay y Cañar hace más de 10 años. Ellos viven en Nueva York y forman parte del proyecto Sisa Pakari Centro Cultural & Laboral.
Es un proyecto social de doble vía. Es decir, los padres asisten al centro durante tres días a la semana para aprender inglés y técnicas sobre seguridad laboral; mientras que sus hijos aprenden a tocar los instrumentos musicales andinos y coreografías de danza.
Fanny Guadalupe creó el proyecto cultural hace 20 años, con el objetivo de rescatar las celebraciones más importantes del calendario andino y fortalecer la identidad indígena entre los emigrantes ecuatorianos. Esta cuencana viajó hace 23 años a Estados Unidos.
Ella vive en Nueva York donde se concentra una importante población de azuayos y cañarenses. Durante estos 20 años, más de 1 000 niños aprendieron a tocar instrumentos como la guitarra, violín, flauta, quena, charango, bandolín, tambor, bombo, entre otros.
Sisa Pakari Centro Cultural & Laboral siempre tiene algo nuevo para sorprender y poner en alto la cultura andina y las destrezas del grupo juvenil, aseguró Guadalupe. En esta ocasión, 17 niños participaron en la gira denominada Regreso a Casa, que se realizó en Ecuador a inicios de noviembre
El proyecto consistió en cinco presentaciones de música y danza en Cuenca y Azogues, por las fiestas de independencia. Vistiendo el atuendo típico de los cañaris y de la Chola Cuencana, la noche del 2 de noviembre abrieron la presentación en el Economuseo Casa del Sombrero, del Municipio de Cuenca. Al día siguiente se presentaron en el Barranco del río Tomebamba y en la elección de la Chola Cuencana.
El sábado 4 de noviembre pasado estuvieron en la Expo Feria de la Cámara de Industrias de Azogues y cerraron la gira en la noche en el barrio de Las Herrerías.
Cada presentación fue aplaudida por el público, que apreció las destrezas de los niños en el manejo de los instrumentos. Ellos tienen entre 5 y 14 años. Interpretaron canciones como la Chola Cuencana, El Cóndor Pasa o Vasija de Barro. Lo hicieron en kichwa, español e inglés.
“Trabajamos en diversidad cultural y ellos son embajadores de la cultura cañari que heredaron de sus padres”, dijo Fanny Guadalupe. “Todos los niños nacieron en Estados Unidos y hablan español y con dificultad el kichwa”.
La gira también alegró a las 17 familias de emigrantes. Los niños de este centro juvenil se encontraron con sus abuelitos, hermanos, tíos, primos -algunos se vieron por primera ocasión- y les acompañaron en todas las presentaciones.
Por ejemplo, Giselle Quinche, de 5 años, de Cojitambo-Cañar, conoció por primera vez a sus tres hermanos. Mientras que Adriana y Gabriela Quishpi se abrazaron con su abuelita y tías que viven en la comunidad de Suranpalti, en Cañar.
Quishpi, de 12 años, canta y toca la guitarra, el violín y el piano. Ella relató que le gusta la música andina porque habla de la forma de vida de los indígenas. “Los pueblos son lindos, como mis padres me lo habían contado”, señaló el pasado sábado tras la presentación en Azogues.
Lucía Pesántez, de 65 años, también se reencontró con su nieto Dorian Andrade, de 8 años. “Es una doble alegría porque puedo abrazar a mi nieto y me encanta que lleve adelante las raíces de su identidad cañari”, dijo mientras aplaudía su presentación.
Según Fanny Guadalupe, en Nueva York -con el grupo juvenil- organizan las fiestas tradicionales de Inti Raymi, Primer Grito de la Independencia, Semana Santa, Navidad, entre otras actividades culturales y siempre están activos.