El título de este artículo fue puesto al apuro para que lo lean aunque solo sea por curiosidad morbosa. Entre las tantas obras vistas en la Bienal de Cuenca me siento a observar la película del género zombie de la artista china Cao Fei. Muertos vivientes pueblan el mundo cotidiano de esta película situada en Beijing; no tiene una estrella, ni un final, ni diálogos, tampoco trucos. Situaciones cortadas de personas comunes y corrientes –limpiadoras, guardias de seguridad, prostitutas o jubilados- que han perdido las conexiones que les ataban a su tradicional vida de pueblo. Gente invisible cuya mente brumosa (de allí el título de la obra “Haze and Fog”) le deja sobrevivir en medio de una devoradora y neutral modernidad en una ciudad que acoge a miles de migrantes, un sistema invisible de vidas llenas de vaciedades que se desarrollan en una especie de mundo poblado de nieblas que impiden mirar, mirarte.
Las cámaras nos llevan de una situación insólita a otra; una mujer encinta se mece en su silla, su marido viejo juega golf en la sala, ella grita, él sigue su juego, nuevo grito, él golpea un mueble, muere esta escena…La bruma, la niebla cubren la ciudad gris, la mente misma de sus habitantes. Sus almas están muertas. Una enjuta prostituta jovencita, vestida ridículamente de guardia inventa movimientos oscilatorios sobre la mesa como jugando consigo, el hombre ni la mira, sus ojos puestos en la televisión. Personas, no personajes, cuyas vidas fuera o dentro de espacios se desarrollan tras el crash económico de la China, en tiempos y modos desacelerados como si todo se fuese diluyendo. La artista inventa estas mágicas realidades de la metrópoli para hacernos ver más allá de la bruma poniendo al espectador frente a escenas del tedio, de lo mundano, de la vida cotidiana. Nada es bueno o malo, lo hace como una exploración sobre la conciencia colectiva de la gente que vive este nuevo tiempo, que intenta olvidar sus tradicionales tiempos y labores.
Esta obra gana uno de los tres premios de la Bienal. Los premios ya no son económicos, dejaron de serlo por la crisis. Sin anuncio previo. Así…poniendo al desnudo la falta de recursos estables de la mayor cita de arte del país. El director Cristóbal Zapata intenta gestionar éste y otros recursos que nunca llegan. Es posible seguir así Bienal tras Bienal? Por qué no está dotada de recursos estables? Por qué intervienen los vaivenes de la política al presente en desfavor de la Municipalidad de Cuenca que ahora ya no cuenta con la venia de nuestro todopoderoso presidente? Vergüenza ofrecer muchas cosas y al final no cumplirlas. Una observación de cierre: dos directores señores, uno que guía la cita en términos artísticos y diplomáticos, otro que lo hace desde la administración. Más tela por cortar…
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