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Al asumir el poder, el señor Moreno prometió una lucha frontal contra la corrupción, “la presente, la pasada y la que pudiera venir”. Habló de una “cirugía mayor”. Nadie, bien pensante, estará en desacuerdo con esta anunciada política. Si Moreno da pruebas fidedignas de su voluntad de restablecer la práctica de la honestidad, merecerá la gratitud nacional. En esta lucha, todos debemos considerarnos soldados de un mismo ejército. La supervivencia de la patria, del hogar familiar y de los valores sociales está en juego.
Los manejos delictivos de una gran empresa constructora han estremecido a la América Latina. Escandaliza y confunde ver cómo jefes de estado que habían jurado trabajar para sacar a sus pueblos de la pobreza y la enfermedad, han lucrado de sus poderes para acumular billetes. Es posible que algunas acusaciones, en tan altos niveles de poder, tengan un componente político y, aún más, que ese factor sea fraguado por los corruptos para evitar que se pruebe su culpabilidad. Pero es necesario subrayar que, si bien esa empresa ha confesado haber sido un agente de la corrupción, no son menos responsables los funcionarios públicos que han propuesto sus favores a cambio de dádivas. El gobierno anterior más bien los consideró víctimas de la empresa corruptora: esta nefasta idea debe desaparecer para siempre.
En el caso ecuatoriano, el dique que mantenía controladas las informaciones parece estar a punto de romperse, lo que ha permitido dar los primeros pasos en el esclarecimiento de la verdad. Las declaraciones del presidente Moreno tienen ese mérito. Falta ahora ver cómo actúan tanto él como la Asamblea que durante diez años dejó de lado su obligación de fiscalizar. La designación de comisiones para que recaben informaciones en Washington y Brasilia no parece ser el camino más adecuado. Toda práctica corrupta debe ser investigada, como lo ha propuesto una asambleísta, pero hay que priorizar racionalmente los casos en los que ahora está centrada la atención. Abarcar mucho será el mejor pretexto para apretar poco.
Al nuevo gobierno le urge dar pruebas de que sus anunciadas políticas se cumplirán con estrictez, lo que aumentará su credibilidad. El nuevo fiscal ha logrado ya impactantes resultados, mientras el Contralor parece implicado en las redes de la corrupción.
Reconociendo que las instituciones del estado han demostrado inoperancia -y hasta complicidad- el señor Moreno ha creado un Frente anticorrupción con un mandato limitado, inexplicablemente, a la prevención. Su eventual éxito exigirá de sus integrantes, independencia e imparcialidad, además de un trabajo honesto y dinámico.Su composición –con conocidos miembros del anterior y del actual gobierno- ignora por completo esta esencial condición. ¡Grave y lamentable error!