Se dice que Estados Unidos no es democrático, porque en la elección de presidente solamente participan sus ciudadanos, cuando deberían hacerlo todos los habitantes del mundo, por la trascendencia de esa función.
Ayer martes se habrá elegido a Kamala Harris –demócrata– o al expresidente republicano Donald Trump. Y así se marcó lo que ocurrirá en el mundo en los próximos años. Más allá de las diferencias políticas entre los dos personajes, es evidente el riesgo que implicaría la elección de Trump: sus antecedentes de inestabilidad emocional, su tendencia a la mentira y al engaño, su comportamiento antidemocrático, sus manejos no éticos en sus negocios personales, la tenencia ilegal de documentos confidenciales sobre seguridad nacional, entre otros, configuran una personalidad que podría llevar al mundo a conflictos que pongan en peligro a la humanidad.
12 ex altos funcionarios del gobierno de Trump 2017-2021, entre los que están: su vicepresidente Mike Pence, el ex secretario de Estado Mike Pompeo, el ex consejero de Seguridad John Bolton, el ex secretario de Defensa Mark Esper, coinciden en afirmar que “hemos visto de cerca que Donald Trump es cada vez más inestable [ ] y que su segundo mandato sería más peligroso”. John Bolton ha dicho que Trump “no es apto para ser presidente”, y Mark Esper que es “una amenaza para la democracia”.
Trump trató de torcer las elecciones de 2020 en las que perdió frente a Biden. Provocó el asalto al Congreso, presionó al vicepresidente Pence para que el Senado no declare vencedor a Biden, pidió al secretario de Estado de Georgia Brad Raffensberger que “encontrara” los votos que necesitaba para ganar en ese estado. Solamente la recia institucionalidad de Estados Unidos pudo imponerse sobre tales intentos.
En materia internacional fueron evidentes los crasos errores de Trump en sus contactos con Putin, Xi y Kim Jong-un. A estos 3 siniestros personajes les conviene tener en la Casa Blanca a un político con delirios de grandeza y manipulable como el expresidente.
La señora Harris tampoco es, precisamente, un personaje ideal para dirigir el país más poderoso de la tierra, pero al menos tiene un pasado personal limpio, una carrera de servicio público destacada y una probada estabilidad emocional, indispensables en un mundo convulsionado y al borde de una conflagración mundial, como el actual.