Pedro Castillo resultó triunfador en el balotaje, con 50 938 votos sobre Keiko Fujimori, quien insiste en pedir revisión de numerosas actas.
Pero los hechos parecen consumados, y aunque los recursos jurídicos a los que la candidata perdedora tiene derecho habrán de recorrerse, observadores y expertos consideran que la ventaja de Castillo es suficiente y por tanto es el virtual presidente.
Castillo representa a una coalición de izquierda agrupada en el membrete de Perú Libre. Keiko Sofía Fujimori fue respaldada por Fuerza Popular, su propio partido, y una coalición en su entorno para segunda vuelta.
Ambos candidatos pasaron al balotaje venciendo sobre otros 16 aspirantes. Como sucedió en enero en Ecuador, se atomizaron las fuerzas parlamentarias. Ningún partido tiene mayoría. Los acuerdos serán indispensables para la gobernanza.
Castillo se alzó con un importante triunfo en la mayoría de provincias. Fujimori tuvo apoyos mayoritarios en Lima -el mayor conglomerado geográfico, con 33% de la población- y en provincias del norte del país.
De los 25 millones de peruanos inscritos y habilitados votaron solamente 18 700 000.
Aunque los sondeos a boca de urna daban una pequeña ventaja a Fujimori, en realidad el empate técnico por el margen de error fue advertido desde la última semana de campaña.
Pero los primeros resultados de los conteos rápidos y los datos oficiales entregados por la ONPE (Oficina Nacional de Procesos Electorales) marcaron una tendencia a favor de Castillo que se mostró indetenible.
El ganador ha ido recibiendo la felicitación, de modo especial de sus aliados de la extrema izquierda continental, que ven en Perú la continuación de sus tesis y acciones radicales.
Ante la virtual victoria de Castillo, los mercados reaccionaron con nerviosismo. El sol se devaluó y las bolsas se movieron a la baja. Hay expectativa a la espera de la formación del equipo económico.
La profunda pobreza y la gran inequidad tendrán eco interno y, sin duda, impactarán en una agitada geopolítica sudamericana.