G-77, buenos propósitos
Santa Cruz de la Sierra fue la sede. No en vano se eligió a uno de los países más pobres y con mayor grado de inequidad de la región, Bolivia, para convocar al cónclave.
El acento político fue huella inevitable de este encuentro donde al G-77 se le adicionó el ingrediente de + China.
Es loable el propósito de luchar contra la pobreza y la inequidad, un ideal altruista, humano, esencial, se diría, en la convivencia civilizada y la razón de ser de constituir gobiernos y organizarse social y políticamente.
Sin embargo, las más de las veces, este afán no deja de ser declarativo. Discursos, proclamas, arengas y poca acción inmediata o consecuente.
La Cumbre del G-77 en una de las zonas más prósperas de Bolivia atrajo al Secretario General de Naciones Unidas, a 13 presidentes y a cuatro primeros ministros. Pero con todo y su poder de convocatoria no está claro si los objetivos se alcancen.
Más allá de la reafirmación del antiimperialismo, la advertida crisis del capitalismo, la agenda post 2015, la revisión de los objetivos del milenio, etc., solo se refrendan los buenos propósitos.
Otra clave reiterada basa su eje en el Objetivo de Desarrollo Sostenible. Es obvio que se trata de lo deseable pero pocas veces posible: desarrollo, equilibrio entre lo económico, lo social y lo ambiental. Ya está bueno de frases, hay que marcar procesos continuos.
Para ponerle un acento conocido, como guinda del pastel, los dirigentes adscribieron el ‘Vivir Bien’ boliviano
(cualquier parecido no es coincidencia).