La reacción prevalece sobre la prevención

La reacción es la constante y no la prevención. Intentar remediar los daños y no minimizar los riesgos.

Esa es una constante en Ecuador y se aplica en todos los ámbitos y en todos los niveles. Quienes aplican la fórmula al revés son la excepción.

Es el paso que no queremos dar. Preferimos mantener la cultura de retrasar las decisiones y acciones y acelerar al último o cuando ya es demasiado tarde.

Lo que ocurrió en Alausí se suma a uno de cientos de ejemplos de nuestra historia y seguramente -por desgracia- no será el último.

De esta parroquia de la provincia de Chimborazo se habla mucho durante estos días. El interés es alto entre los ciudadanos.

Las autoridades llegan a Alausí para mirar, analizar, planificar y comprometerse con lo que no se hizo y ya estuvo advertido. Luego se van y sus habitantes siguen enfrentando el dolor, el riesgo, el temor y el desamparo.

El tiempo pasará, las autorizaciones y los trámites burocráticos se demorarán como es costumbre, los recursos no llegarán con tanta celeridad como al principio… y luego nos concentraremos en el siguiente caso.

Esperarémos más muertes, destrucción y damnificados  para repetir el círculo vicioso de ofrecimientos, discursos, visitas.

No se trata de ser pesimistas ni negativos ni afectar la imagen política de nadie, sino de conocer lo que históricamente ha pasado en este país y cómo se enfriarán las cosas.

Pasamos un invierno complejo y el Gobierno ha indicado que existen los recursos para las reparaciones, intervenciones y remediaciones.

La pregunta es por qué no usar esos mismos recursos para la prevención. 

Impulsar una cultura burocrática basada en el cumplimiento de objetivos y metas para conservar los puestos públicas. Capaz que si eso y otras acciones se aplicarán con determinación, las cosas fluirían y empezaríamos por la senda de la prevención, miminización de riesgos.