Mañana se cumplen ya cinco años desde que tres periodistas de EL COMERCIO fueron secuestrados y posteriormente asesinados, con vileza, mientras cumplían con su labor periodística en Mataje. Los culpables fueron miembros de un grupo paramilitar que se mueve hasta hoy en la frontera entre Ecuador y Colombia. Ni el proceso penal avanza, ni tampoco ha habido la predisposición política para desclasificar los documentos reservados que tiene el Estado.
Javier Ortega, Paúl Rivas y Efraín Segarra perdieron la vida en medio de un deleznable cautiverio. Cubrían la historia de la violencia que vivía San Lorenzo, que había sufrido ataques terroristas, como el perpetrado el 27 de enero del 2018 en el cuartel policial de esa localidad norteña de Esmeraldas.
Según las investigaciones, Javier, Paúl y Efraín fueron asesinados entre el 7 y el 8 de abril. De ahí que la última fuera declarada como el día del luto del periodismo ecuatoriano, una iniciativa que con mucha empatía fue establecida por la Unión Nacional de Periodistas.
En este tiempo, las expresiones de dolor de las familias de los periodistas asesinados han sido numerosas. No hay nada que pueda apaciguar la angustia y el desconsuelo para los seres queridos de los periodistas que perdieron la vida a manos de terroristas. Tampoco hay nada que pueda amainar la tristeza de sus compañeros de trabajo, todos los que día a día compartían sus sueños plasmados en ideales de servicio a la comunidad a través del periodismo.
Así, juntos, familiares, compañeros de trabajo y amigos no han descansado un solo día para exigir que se revele la verdad de lo que sucedió en Mataje.
Dos Gobiernos no han revelado las actas reservadas del Consejo de Seguridad Pública y del Estado (Cosepe), en las que se supone hay detalles de lo ocurrido con los periodistas. La última vez que se aseguró que se realizaría la apertura pública de estos documentos fue el 8 de junio del 2022, en una entrevista internacional del actual Primer Mandatario.
Las familias exigen que todo se esclarezca. Los periodistas piden sinceridad y acciones para que nunca más un comunicador social vuelva a sufrir los embates del terrorismo. La sociedad hace votos para que la verdad brille. A pesar de todo se hace imposible olvidar a Javier, Paúl y Efraín, porque su luz se sobrepone a la impunidad.
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