No es tarea fácil hacer periodismo económico. Las complejidades y vaivenes de la economía mundial y local obligan siempre a tener una mirada serena e inteligente en los medios de comunicación. Hay que “saber contar” lo que ocurre en el mundo financiero. Y eso era precisamente lo que sabía hacer César Augusto Sosa, cuyo fallecimiento, en la tarde del sábado, lamenta EL COMERCIO, de sobre manera. Por eso, estas líneas van en su honor.
Sosa estudió economía en la Pontificia Universidad Católica del Ecuador. Aprendió periodismo como lo hace la mayoría de los redactores del mundo: haciéndolo, poco a poco, primero aprendiendo a redactar, luego editando. Tras más de 25 años en este Diario, dejó una huella profunda en las generaciones que trabajaron con él. Hizo escuela en los redactores que han pasado por la sala de redacción y a él acudían todos para entender de mejor forma qué pasaba con la economía.
En el loco mundo de la redacción de cualquier periódico, siempre bajo la tensión por las horas de cierre, él siempre mostró una serenidad impresionante. Como parte de las bromas que se dan en un diario, algunos compañeros lo llamaron “el editor impasible”: nada lo perturbaba, ni siquiera el reloj implacable.
Pero él también era implacable cuando se le presentaba algún tema para escribir. Siempre pedía más información, más datos, más periodismo en todo texto. Todo debía tener sentido y trascendencia. Pero lo hacía como era su conducta general: con serenidad y, sobre todo, respeto.
Fue, además, un gran deportista. Vivía con pasión el atletismo, la natación y, fundamentalmente, el baloncesto. No se perdía los partidos de la NBA y alentaba a los compañeros a reunirse en algún restaurante para ver juntos los ‘play offs’.
EL COMERCIO y el país pierden a un gran periodista. Queda un profundo vacío en este medio de comunicación. Desde la Redacción lamentamos su temprana partida. Nuestra solidaridad con su esposa y sus hijas, demás familiares y amigos. César Augusto Sosa fue un gran hombre y así lo recordaremos siempre.