El Presidente de la República anunció al país las reformas laborales puntuales, limitadas por las nuevas condiciones políticas.
En un acto de masas en Guayaquil -en una nueva asunción como propia de una fecha clásica de los trabajadores: la conmemoración de la matanza del 15 de noviembre de 1922- miles de partidarios de Rafael Correa, traídos de distintas provincias, se hicieron presentes.
Los cambios al Código Laboral, empero, son apenas un reflejo del proyecto de Código Laboral que, calificado de revolucionario, anunció el Régimen el 1 de Mayo. Es evidente que el nuevo entorno político y las preocupaciones evidenciadas por los trabajadores en las calles en las marchas del 17 de septiembre cambian la dinámica del debate. Se empieza por la formación de dos centrales “únicas” de trabajadores, la oficial y otra de izquierda.
Los ejes de la reforma que busca Rafael Correa son polémicos: limitan las utilidades de los trabajadores, restringen los salarios más altos de los ejecutivos y suprimen el contrato a tiempo parcial, lo que puede acarrear desincentivos a la creación de nuevas fuentes de trabajo y el fin de los contratos a prueba.
Se pide prohibir el despido para mujeres embarazadas y se promueve afiliar a las amas de casa a la seguridad social.
Son puntos que durante los próximos días habrá que analizar. Junto a los eventuales beneficios sociales hay que mirar los impactos económicos, las restricciones empresariales y los frenos a la inversión.