El duro camino del éxodo venezolano por América

La interminable y famélica marcha de venezolanos por América es el éxodo más largo y numeroso de nuestra historia continental y se compara con largos destierros en el planeta.

El Ecuador ha sido un eslabón, una parada obligada y forzosa de la cadena de seres humanos que huyen de la miseria, la violencia, la represión, la falta de oportunidades que ha impuesto la tiranía de Nicolás Maduro.

El arribo al poder lleno de ofertas y promesas idílicas del comandante Hugo Chávez despertó la añoranza de una revolución de flores y miel. 

Venezuela es un país que vivió el paraíso del oro negro, durante largos años tuvo una suerte de bipartidismo sin dictaduras ni golpes de Estado, hasta que la corrupción y la inequidad hicieron crisis.

Llegó el Caracazo, la intentona golpista de Hugo Chávez, su carcelazo y su despegue a la política. Lo que parecía un ‘destino manifiesto’ para seguir las ideas del Che o la revolución de Fidel Castro con acento de joropo y talante popular se llenó de ambiciones y contradicciones. Al cabo de años, la Nínive de Sudamérica, la primera reserva mundial de crudo, se convirtió en un país paupérrimo.

Una dictadura parapetada en las elecciones ganadas. El mal manejo liquidó las fuentes de trabajo y su anterior riqueza es una quimera. Hoy le dan el petróleo refinado sus aliados de China e Irán. ¡Increíble!

Así, millones de venezolanos han marchado a tremendas caminatas. Ejércitos de flacas familias con sus maletas rodando por los páramos andinos de Colombia y Ecuador, mendigando en las calles y buscando un trabajo esquivo aún para los habitantes de los países de acogida.

Hoy el drama se pinta terrible en la frontera sur de Ecuador. Perú despliega tanques de alto poder bélico. La ‘amenaza’: los esperpénticos exiliados que solo quieren pasar la frontera, ir hacia Lima o Santiago, buscar un lugar en el mundo donde trabajar.

Es la tragedia humana en cada esquina y que se agudiza en las noches frías y la miseria que exhibe cuerpos desparramados por largas hileras en busca de un refugio que su ‘paraíso’ socialista no les pudo dar.

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