La segunda década del siglo XXI concluye en medio de grandes disrrupciones.
El mapa político de la modernidad ya no es funcional, las masas de ciudadanos angustiados por su presente y su futuro no atinan a organizarse, protestan con denuedo y nuevas formas de violencia.
El mundo que sobrevino al final de la Guerra Fría trajo nuevas guerras civiles y conflictos avivados por los integrismos. Millones huyen del hambre, la miseria, los autoritarismos, la explotación y los conflictos.
En contrapartida, el desarrollo de la inteligencia artificial y la ciencia pareciera una buena herramienta para cumplir el objetivo de solucionar todos los problemas humanos, pero la desigualdad en muchos casos se vuelve más grande, la economía se transnacionaliza y la web profunda es buscada por las mafias mundiales.
Estados Unidos sigue siendo foco de atracción, pese a las políticas segregacionistas con los latinos y los severos controles migratorios; son seres humanos que salen de México y de Centro y Sudamérica, esperanzados en el sueño americano. Y Venezuela expulsa de su sistema caduco y autoritario a millones de hermanos sin pan ni trabajo ni libertad.
En ese contexto, el poder de Trump tiene sus batallas internas y ve cómo el de la Rusia post comunista de Putin acrecienta influencia. Y como se vislumbró hace años desde la era de Mao, China sigue forjando el liderazgo planetario por ahora multipolar, quién sabe por cuánto tiempo más.
Las economías rotan y los ‘commodities’, que parecían el pan seguro, sucumben por las nuevas tendencias sociales y tecnológicas.Las brechas entre ricos y pobres se ahondan.
Inmensos conglomerados sin trabajo protestan con violencia porque su futuro es incierto. Seres humanos con inteligencia y alta preparación tienen en sus manos títulos gigantes pero no empleo estable, que según Pablo Sanguinetti, vicepresidente de conocimiento de la CAF, es el único camino para afrontar la desigualdad.
La paciencia de las masas sin trabajo y de los jóvenes sobrecalificados no alcanza; junto al cambio climático, es un motivo de angustia.