Pekín mostró en días recientes su intención con nitidez. Acercarse a América Latina es una meta que viene cumpliendo con la paciencia proverbial que le caracteriza.
El encuentro de la semana pasada con la Cepal y los presidentes de Ecuador, Venezuela y Costa Rica se inscribe en esa línea y es parte de una geopolítica y estrategia económica trazada con un cálculo que se viene profundizando.
Las cifras divulgadas -que habrá que ir comprobando- hablan de la magnitud de las inversiones y empréstitos que, se calcula, invertirá el gigante asiático en nuestro continente: USD 250 000 millones en los próximos 20 años.
Por ahora, se anuncian USD 20 000 millones para Venezuela y 7 000 millones para Ecuador. En la visita a Argentina, hace pocos meses, el presidente Xi Jingping comprometió 30 000 millones.
No escapa al criterio de los lectores que, aunque la economía china haya dejado de expandirse en la forma espectacular de la última década y hoy sea algo más conservadora, el crecimiento de ese país demanda materias primas y alimentos en proporciones colosales.
Ya China mostró recientemente en Brasil el rostro de su nueva geopolítica. Su incursión con el eje del sur, sus acercamientos con países del África y esta nueva construcción de sus relaciones con América Latina marcan el largo camino que sus líderes se han propuesto.
Ecuador lo sabe ya de sobra, con cerca de 70 empresas chinas, proyectos hidroeléctricos, empresas petroleras, préstamos costosos y vínculos muy fuertes.