El nuevo Gobierno argentino tomó una decisión: dejará de apoyar al canal Telesur, donde posee el 16% de participación.
El proyecto nació tutelado por el liderazgo del comandante Hugo Chávez y logró convocar en su entorno a los gobiernos de Cuba, Nicaragua, Bolivia, Ecuador y Argentina.
Venezuela era eje del proyecto y Cuba dio su soporte de contenidos.
Varios de los equipos con que operó el canal en sus primeros tiempos incluso fueron dotados por Venezuela. Era la época de la bonanza petrolera y el consiguiente derroche de recursos.
En lo ideológico, el lema del canal, ‘Nuestro norte es el sur’, ha mostrado una clara postura de confrontación a la generalizada creencia de la influyente incidencia de las tesis de Estados Unidos en los medios televisivos del continente.
En la práctica, sus contenidos no fueron sino cajas de resonancia de las posturas oficiales de los países que giraban en la órbita del socialismo del Siglo XXI y el discurso bolivariano.
Basta ver sus programas y analizar sus mensajes. Y no es que los ejes temáticos no tengan valor, pero su visión muestra una realidad política y social que no se compadece con la diversidad cultural de los países ni tampoco con la plural constitución de las líneas de comportamiento de los actores políticos, los sectores sindicales, empresariales y la sociedad civil, cuya diversidad se anuló en pos de un solo discurso.
La salida de Argentina da una alerta sobre esa visión unilateral excluyente.