Afiliación involuntaria falsifica la democracia

Las millones de afiliaciones a partidos y movimientos contrastan con las opiniones ciudadanas de las organizaciones políticas. En reiteradas encuestas, la mayoría de los consultados reniega de los partidos.

Pero esa repuesta difiere de modo alarmante con los números de registro de afiliación que se datan en el Consejo Nacional Electoral. Algo pasa. Alguien y con fines protervos registra a ciudadanos sin su pleno consentimiento. Es más, hay miles que constan en distintas fuerzas políticas. Eso hay que arreglarlo, normarlo y blindarlo de modo definitivo.

Una propuesta de Luis Verdesoto ante el Consejo Electoral trae una manera de filtrar los datos y que la gente acceda a esos registros y constate su situación personal. En anteriores elecciones algunos candidatos de las listas de tal o cual partido se han sorprendido al verse fichados por otras agrupaciones: inaudito.

Esta falsificación a la democracia ha llevado al colapso de partidos y movimientos. Nada menos que 276 agrupaciones en las últimas elecciones seccionales. Hay algún ganador con pocos votos y un par de decenas con votaciones ínfimas. El resultado afecta a la credibilidad democrática y desprestigia a todo el sistema.

Si para algunos puede ser un dato menor, no lo es, de ninguna manera. De allí, la gigante explosión de candidatos (80 000 en las elecciones pasadas). Las campañas las pagan todos los ciudadanos con sus impuestos y los recursos del erario nacional no pueden dirigirse a otras tareas urgentes, unos gastos más importantes de dirigirlos adecuadamente, evidenciados en época de vacas flacas de la economía. Estos sobre registros, contrariamente a la opinión de la gente sobre los partidos, deben corregirse ya. Hay adelantos tecnológicos que se pueden aplicar y hacer que cada persona se afilie, si quiere, y no pueda constar en dos registros.

Las organizaciones que presentan firmas falsas o afiliados que pertenecen a otros partidos también debieran ser sancionadas.

Al final del día, el descrédito a la democracia crece y en eso sí perdemos todos los ecuatorianos.