Los avances tecnológicos se han intensificado de una manera acelerada y en muchos casos incluso de manera exponencial. Aquí no hay que pensar solamente en maquinaria y equipos, sino también en la habilidad y creatividad para realizar objetivos.
En muchos casos, y posiblemente en la mayoría de estudios sobre la transformación social y económica, se demuestra que los resultados de estas nuevas tecnologías tienen un alcance superior al que sus inventores o desarrolladores pudieron siquiera imaginarse. Esos progresos y cambios tecnológicos no solo han traído soluciones, también han intensificado el efecto de problemas en todas las etapas del desarrollo como consecuencia de alguna acción. Ciertamente, no es posible realizar nada que no vaya a repercutir de uno u otra manera sobre nuestro desarrollo social, ambiental, económico, etc.
Tal como el petróleo fue el principal motor del siglo XX al permitir no solamente cambiar los patrones de movilidad, masificar y abaratarlos; nos trajo también el desarrollo de la industria petroquímica, donde los fertilizantes permitieron mejorar e intensificar la agricultura, la creación del plástico y de textiles, cosméticos y medicinas.
Pasando al siglo XXI donde pensamos que por los factores de cambio climático (antes se hablaba del calentamiento global) en la actualidad entre hidrocarburos y carbón todavía constituye el 85% del consumo de energía en el mundo y los renovables que han estado creciendo en doble dígito, con mayor inversión en energía de sistemas de generación renovable no tradicional, esta está recién en el 15% de la matriz energética global.
La preocupación del siglo XXI para la humanidad es hacia donde se mueve. El futuro, que antes ofrecía simplemente esperanza y propósito, se ha convertido en una especie de fatalismo. Inundaciones, sequías, incendios forestales, huracanes, tsunami; guerras, la migración forzada de millones de personas, la migración por búsqueda de nuevas oportunidades por múltiples motivos, a afectación por la delincuencia organizada, el narcotráfico, a la trata de gente, de armas y el narco político son los factores de peligro que acechan a la población en los cuatro puntos cardinales; principalmente en un mundo polarizado entre norte y sur los que tienen y los que no tienen.
Es necesaria la búsqueda de un objetivo y un sistema moral, de equidad y de empatía para poder unificar el esfuerzo humano en lograr su bienestar con las múltiples maneras y herramientas disponibles para resolver la problemática local y global. Tarea muy difícil.
Se puede hacer una extensa lista tanto de los beneficios como la problemática de los avances que tenido la modernidad, pero ciertamente también debe modificarse el discurso pesimista de la prensa amarilla y roja que es la que más llega a las masas de población para permitirle divisar un rayo de luz y esperanza a la misma supervivencia y prosperidad del ser humano.
Los futuristas y filósofos sobre el futuro devenir, están de acuerdo que los objetivos del hombre cuando están coordinados la inteligencia humana con las nuevas herramientas de la inteligencia artificial pueden generar grandes logros y oportunidades cuando la gente está capacitada para entender este nuevo entorno, pero también gracias a un enorme esfuerzo donde la humanidad ha desarrollado un inventario de conocimientos para su propia sostenibilidad.
El mundo del futuro del que estamos hablando no existe, de modo que no puede ser estudiado ni analizado. Lo único que podemos crear, analizar y estudiar son las ideas de lo que figuramos cómo será el mundo de mañana. Estas ideas desarrolladas con base en percepciones del pasado y del presente nos permite dibujar posibles escenarios de corto, mediano y largo plazo.
Los países avanzados todos tienen institutos (think thanks) que crean una serie de escenarios posibles y deseables y avanzan en búsqueda de esas metas.
A pesar de lo agobiado que se encuentra el país, deberían establecerse un grupo multidisciplinario, multipartidista que defina objetivos en cuanto a seguridad alimentaria, energética, de inversión y creación de empleo, de seguridad jurídica (el país ha perdido toda la credibilidad); es necesario recuperarla, transparencia, movilidad y crecimiento urbano y también seguridad personal. El desafío es diseñar este panorama a fin de qué las políticas de Estado apunten esos objetivos consensuados y tanto el ejecutivo como el legislativo realicen con el transcurso del tiempo los ajustes de timón para llevar el país a buen puerto.