El país debe estar consciente que con esta mayoría de asambleístas no se podrá salir adelante, porque no contribuye al encuentro de soluciones. Al contrario, eluden los problemas, se burlan, hacen cháchara en la fiscalización y se oponen a todo o evaden sus responsabilidades en la legislación.
Dos hechos reflejan claramente lo que sucede en ese pisoteado escenario legislativo: el llamado de atención del vicepresidente de la Asamblea para que los legisladores paren los chismes, atiendan y se preocupen del juicio político de quien luego fuera destituido sin debate ni argumentos contundentes, el Superintendente de Compañías, cuando uno de los motivos ha sido la falta de controles en el escandaloso caso de la estafa de más de USD 900 millones al seguro social de la Policía, que curiosamente se origina en el Gobierno de la revolución ciudadana y la vinculación de altísimos personajes de la política y autoridades de la época, algunos reincidentes en estas conductas, que siguen indemnes e intocados. De esto no se preocupan en la Legislatura.
El otro, el ridículo espectáculo que ofrecieran con ocasión del debate sobre el informe del mediocre y manipulado trabajo realizado por una comisión en torno a la supuesta investigación del caso Pandora Papers, que finalmente quedó en exhortos al Ejecutivo. Es decir, un fracaso, un saludo a la bandera, lo que les hizo caer en un ambiente de bazofia legislativa, con mutuas acusaciones entre ellos de cuáles son peores.
La semana anterior con audacia una mayoría descalificada defendió y salvó a un legislador tildado por otros bloques de diezmero y cobrador de dinero a sus cercanos colaboradores y con gritos entre ellos de “salvar a un corrupto”, aunque no se sabe cuáles son peores.
Otro bloque respetable, aunque parte de su trayectoria histórica ha sido evadir sus responsabilidades el momento de las decisiones, salta hasta el techo porque el gobierno escoge entre sus figuras emblemáticas para el cargo de embajador a un respetable ex dirigente.
En este ambiente, resulta difícil, debido a cómo se practica la política, que se puedan dar acuerdos transparentes de gobernabilidad, sobre la mesa, que implique cesiones de parte y parte, lo cual no significa el cometimiento de acciones impúdicas, como se han acostumbrado, para beneficio personal o de su grupo en lugar de pensar en las demandas ciudadanas. Ejemplo: la corrupción en el reparto del manejo de hospitales en el régimen anterior.
Gran parte de la clase política, los antiguos con deformaciones y mañas y los nuevos aprenden rápido las malas prácticas, no termina de entender que el país espera su contribución en la búsqueda de soluciones y además estar conscientes que están en la lupa del escrutinio público y que se equivocan cuando creen que pueden nomás engañarcon su doble discurso y doble moral.