En estos días, el escenario político ha continuado oscurecido y amenazado por la inestabilidad, afectado por la contienda entre Noboa y Abad, dentro de la cual, lo que al parecer han primado entre ambos oponentes, son sus particulares intereses y no necesariamente la tranquilidad del país. Así, vemos dentro de esta suerte de cuadrilátero político, el ego del poder vs. el ansia vengativa de poder, ambos motivados por la insensatez y, por ende, perniciosos para el país.
En cuanto al ego del poder, este se ha enfocado en no dar paso a como dé lugar, al reemplazo que – nos guste o no – por disposición constitucional le correspondería a Abad; y, en relación con el afán de poder, parecería que ahora también estaría avivado por la sed de venganza no solo en contra de Noboa, sino también de la canciller y de la ministra del trabajo, esta última por cierto, que siendo una destacada abogada, ha expuesto su prestigio al prestarse para semejante desatino jurídico; sin perjuicio de las latentes y preocupantes intenciones de Abad, de “eliminar” el incremento del IVA y volver atrás el precio de la gasolina extra y eco país; y, pese a que, últimamente lo ha negado expresamente, esto es indultar a Glas, quien sabe, rebajar las penas esté dentro del ajedrez (facultad constitucional que tendría también de asumir la presidencia), lo cual no le han preguntado ni se ha pronunciado y, que, de plantearlos, sería un grave golpe a la justicia y espaldarazo a la corrupción e impunidad, que esperemos no sea el caso.
Resulta preocupante que dichos personeros, que deberían dar y ser ejemplo de respeto a la institucionalidad y estabilidad, se enreden en semejante batalla, en la cual no habría ganadores, sino solo perdedores, incluido el Ecuador; y, como único beneficiario el correísmo.
Por otro lado, no sorprende la pobre defensa del abogado del Ministerio del Trabajo en la primera audiencia por la acción de protección planteada por Abad, el mismo que no pudo argumentar con solvencia la base jurídica de la resolución administrativa que sacó del camino a Abad, evidentemente, porque no la hay; así como despierta inquietud por decir lo menos, escuchar a Abad en una reciente entrevista con L. Artieda, en la que, con peculiar tono de “campaña y aire populista”, dejó entrever su personalidad e intenciones. Es comprensible que se sienta perseguida y herida, lo que sorprende es que confunda su malestar, tratando de hacerlo propio del resto de ciudadanos y con ello pretenda justificar su actuar, sin medir las consecuencias de sus potenciales acciones de llegar a la presidencia, en la que no cabe por ningún motivo, por ser algo circunstancial y temporal, que pretenda echar abajo lo avanzado y tratar partir desde cero.
Vale reflexionar con tranquilidad en el sentido de que, en el difícil escenario de llegar Abad a la presidencia mientras se ausente por licencia Noboa para realizar campaña, ¿qué tanto realmente podría realizar entre el 5 de enero al 6 de febrero del 2025 y, de pasar Noboa a segunda vuelta, entre el 24 de marzo al 10 de abril, que le permita el tiempo y que no sea reversible?
Está claro que, la resolución de la jueza N. Vera a cargo de atender la acción de protección planteada y/o en su momento de la Corte Constitucional, lo que se estaría jugando no serían las pretensiones de Abad, sino, propiamente cimientos importantes de la democracia e institucionalidad del Estado de derecho.
Pero, lo que no está claro aún y sigue siendo un misterio es ¿cuáles son las razones, que se entendería son de fondo, del irreconciliable distanciamiento de Noboa frente a Abad? La respuesta, sin duda, solo la tiene el presidente y, la ciudadanía, el justo derecho de conocerlas.