‘Júnior’, el testigo silencioso del éxito de Independiente

Mario Alcocer, de 42 años, es el utilero del equipo principal. Aquí, en Chillo Jijón. Foto: cortesía Independiente del Valle

Al utilero de Independiente del Valle pocos lo llaman por su nombre. Los jugadores, directivos y entrenadores del club le dicen ‘Júnior’. Sus amigos más cercanos lo nombran ‘Júnior Toral’. Su nombre en realidad es Mario Alcocer, de 42 años, cabello ondulado y contextura robusta, siempre lleva una gorra y un arete.

Él no tiene problemas por como lo llamen. Desde la niñez le dicen ‘Júnior’ porque lleva el mismo nombre de su progenitor. Y Toral porque en su juventud lucía una melena ensortijada, tal como la del abogado Jaime Toral Zalamea, en los noventa.

Solo se ha perdido uno de los viajes de Independiente en los cerca de 14 años que lleva como utilero. Fue en octubre del 2020, cuando él y su hermano Francisco Alcocer, de 35 años y quien también cumple funciones de utilería, se contagiaron con el virus del covid-19.

El plantel se aprestaba a viajar a Ambato para jugar ante el Mushuc Runa y dio positivo junto con su hermano. Fue un golpe duro, pero se recuperó y volvió a su rutina de alistar balones, ordenar pupos, uniformes y otras tareas para que los futbolistas “ni sientan” lo que les falta en entrenamientos y partidos.

No lleva la cuenta de los viajes desde que los rayados ascendieron a la Serie B, en 2008, hasta los desplazamientos internacionales para la Copa Libertadores o la Sudamericana, que el club conquistó en 2019, en una tarde lluviosa en Asunción.

En todos los desplazamientos se ha preocupado por llegar con anticipación a hoteles y a sitios de entrenamiento para llevar la indumentaria. También se ha encargado de disipar los malos momentos con sus bromas. Cuando los viajes son locales y en bus, lleva un altoparlante para que Fernando Guerrero, Júnior Sornoza o Moisés Ramírez pongan reguetón, salsa o salsa choke, la música preferida de la actual plantilla de futbolistas que se apresta a jugar su primera final del Campeonato, ante Emelec.

Mario Alcocer (izq.), durante la premiación de la Copa Sudamericana del 2019. Foto: cortesía Independiente del Valle

“Siento que el grupo está maduro. La dirigencia hizo un esfuerzo para traer jugadores de cartel y siento que estamos cerca del título”, le cuenta Alcocer a este Diario.

‘Júnior’ sabe, por ejemplo, que a Fernando Gaibor siempre le gusta contar con dos tipos de canilleras, que el ‘Chiqui’ usa pantalonetas ajustadas. Además, siempre lleva cuatro pares de pupos para que los jugadores los escojan y se sientan a gusto en las diferentes canchas del país.

Óscar Lara, quien es su primo y era coordinador general del club, sugirió su nombre para que Michel Deller, el empresario detrás de los éxitos de los rayados, lo contratara. Cuenta se necesitó un hombre de confianza, no hubo otro mejor. Alcocer estuvo siempre vinculado a Independiente desde que el equipo jugaba en el amateurismo y se llamaba José Terán. Jugó como delantero del equipo.

No sabía nada de utilería, pero con los años hasta se volvió el hombre que da apoyo emocional a los futbolistas. Les dice ‘mijo’ o ‘papi’ cariñosamente. Les sugiere películas o se encarga de llevarlos y recogerlos en el cine.

Los jugadores le tienen confianza. Entre ellos, Júnior Sornoza y Guerrero, quienes cumplen su segunda temporada en IDV.

El utilero les guarda secretos, aunque confiesa que, en ocasiones, ha tenido hasta roces con futbolistas e integrantes del cuerpo técnico. “Algunos tienen un carácter especial y yo he sido explosivo. Pero son cosas que no han pasado a mayores”, revela en su día de descanso.

Alcocer solo tiene libre el lunes. Su rutina es parecida a la de los futbolistas. No hay libres en fin de semana, porque los encuentros se juegan sábados y domingos. Su esposa Kerly, sus hijos Kiara e Íker, quien nació recién hace 7 meses, están acostumbrados.

A las puertas de la final ante Emelec está optimista. Siente que Independiente ganará y se proclamará campeón, tal como ocurrió en 2019, cuando ganó la Copa Sudamericana en Asunción, donde esperaba en el camerino al pitazo final para llorar y luego e ir abrazar a los jugadores, cuerpo técnico y dirigentes.

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