Los puntales rústicos de pino son parte del sitio exterior de donde cuelgan hamacas para uso de los turistas. Marcel Bonilla / EL COMERCIO
El uso de madera, caña guadúa y barrotes de pino en las construcciones junto a la playa de Esmeraldas, es frecuente en poblaciones como Camarones, una parroquia del cantón.
En estos sitios el objetivo es aprovechar la vista a la playa y mostrar la habilidad de los carpinteros ancestrales, que aprovechan hasta los restos de madera para levantar paraderos en los que la gastronomía es otro elemento central.
Una de las construcciones es la del restaurante Kamarones, que emula los diseños de casas antiguas de la zona. Estas tienen como base la madera, que, combinada con otros materiales, permite una relación entre lo antiguo y lo moderno. Toda la estructura del restaurante es de madera, entre ellas el guayacán. Tiene puntales rústicos de pino de 20 centímetros de diámetro.
Estos últimos no solo sostienen la visera del techo, también sirven para colgar las hamacas alrededor de la construcción pensadas para el descanso de los visitantes.
En las paredes hay amplios ventanales por los tres costados de la infraestructura para lograr la ventilación natural.
Además este espacio abierto no solo permite sentir la brisa del mar sino observar a plenitud el perfil costanero en el que se ve las embarcaciones. Las paredes están forradas con caña guadúa bien labrada y una suerte de rejas con varengas ubicadas de forma horizontal que dan un aspecto de cerramiento.
Aberturas en la pared permiten aprovechar la vista.
El techo también fue construido con estructura de madera y el tumbado de caña picada o latillas, material que se utilizaba antiguamente en la construcción de las viviendas, como aún continúan haciendo las familias de la zona.
Esta forma de unir la latilla utilizando antiguas técnicas logra que el techo tenga un acabado impecable. Este sobresale con una visera de alrededor de cinco metros de frente para brindar sombra hasta el límite del terreno donde hay otras tres construcciones pequeñas con similares características.
Una de ellas fue levantada para definir un área destinada a la elaboración de cocteles y bebidas varias con pequeños estantes de madera y techos de colores vivos como el amarillo, azul y verde.
Marco Gracia, parte del personal del sitio, explica que este tipo de edificaciones en la playa atrae a los turistas por el confort que brindan. Las dos construcciones restantes también son de madera y sin cerramiento a los costados. Tiene techos de colores y están destinadas a áreas para servirse los alimentos sobre un gramado natural.
Una buena parte del cerramiento de este paradero turístico es de caña guadúa y madera. Dispone de jardineras, en las que se muestran plantas ornamentales propias del sector, que ambientan el sitio.
La caña guadúa es parte de los cerramientos naturales.
Toda la construcción es del color de la caoba, excepto el tumbado del edificio principal con matiz característico de la caña guadúa seca, que tiene un tono amarillo. La laca que aplican hace que la madera permanezca con brillo.
Jonny Zambrano, administrador del restaurante, explica que la construcción rescata la carpintería ancestral de la zona que va de la mano de los emprendimientos que surgen para promocionar el turismo y gastronomía típica.
Esmeraldas se caracteriza por su culinaria a base de mariscos y en zonas costeras de la parroquia Camarones, sus habitantes rescatan la tradición heredada de sus ancestros en la forma de cocinar y construir.
El arquitecto Luis Espinales, encargado de diseñar infraestructuras con conceptos tradicionales, explica que los turistas buscan sitios alejados del hormigón, ya que prefieren lugares más frescos y naturales donde se muestre parte de la tradición del sector.
Bajo esa idea, el restaurante es uno de los paraderos que prefirió mantener la construcción con características ancestrales. Además, la ventaja es que no demanda de mucha inversión en materiales, ya que el 50% de infraestructura es abierta para captar la luz natural y la ventilación.