La casona, con vocación turística, rememora las cabañas de los Alpes europeos. Su ubicación en la parte alta de una montaña permite una vista panorámica del paisaje andino. Fotos: Álvaro Pineda / para CONSTRUIR.
La Casa de los Girasoles resalta en la comunidad kichwa Karanki de La Magdalena, situada al suroriente de la ciudad de Ibarra, en Imbabura.
Es un inmueble de 160 metros cuadrados de construcción, levantado sobre los 2 900 metros de altura en una ladera de una montaña. La posición de la casona, destinada a recibir turistas, permite una vista panorámica del paisaje andino, cubierto principalmente por sembríos de maíz y bosques de árboles nativos.
En su diseño y edificación se sumaron varias tecnologías. Sus propietarios decidieron que las paredes se construyan con adobe en forma de ladrillo, madera y teja. La idea era utilizar los recursos locales.
Sin embargo, el diseño moderno, que rememora las cabañas de los Alpes europeos, incluye servicios como agua potable, duchas calientes, sistema de iluminación eléctrica, entre otras comodidades.
Celso Molina, administrador del proyecto turístico de la comunidad, explica que el objetivo fue construir una casa rústica, pero cómoda, para destinar al hospedaje de visitantes.
La Casa de los Girasoles, de Imbabura, tiene la categoría de tres estrellas, calificada por el Ministerio de Turismo.
Con esa idea en la mente y los planos que elaboró un ingeniero quiteño, los familiares y amigos de los dueños de casa levantaron el inmueble mediante mingas.
Rosa Ibasa, la propietaria, recuerda que la construcción demoró un año. Los improvisados obreros aprovechaban el tiempo libre, luego de las jornadas en el campo o al retorno del trabajo en la ciudad, para “prestar la mano”.
Así le denominan en la zona rural a la colaboración en las mingas, que luego debe ser devuelta de la misma forma por el beneficiario.
Para Juan Carlos Morales, miembro de la Academia Nacional de Historia, el trabajo que se realiza en comunidad es una de las riquezas que se reflejan en este tipo de construcciones andinas. La palabra minga se deriva del quechua (mika),que significa trabajo colectivo por un bien común.
Pero si La Casa de los Girasoles sorprende con su belleza exterior, cautiva aún más por su calidez interior.
Resaltan materiales locales como la madera y el adobe.
La construcción es de una planta. Sin embargo, posee un entrepiso que funciona como una área social. Ahí resalta la denominada escalera de pie derecho, que enlaza a los dos espacios. Los descansos de las gradas tienen un extremo ancho y el otro calado.
Esa forma se va intercalando para que los usuarios suban o bajen sin dificultad por un espacio reducido.
En la sala hay una chimenea que se enciende en las noches frías, y en la cocina un horno de leña. Las paredes color crema de este espacio social están decoradas con fotografías de imágenes de gente y rincones de la comunidad, y con elementos como máscaras de fiestas indígenas andinas.
La casa tiene tres habitaciones, con capacidad para acoger hasta cinco personas.
Aunque ha pasado una década desde que fue construida, los propietarios de la cabaña continúan haciendo adaptaciones para mejorarla.
El comedor está bajo una pérgola de madera y cristal.
Unas de las últimas es una pérgola que tiene una estructura de madera y vidrio, que sirve de comedor.
Desde el lugar se pueden observar las montañas vecinas, pero con el calor interior.
La Casa de los Girasoles fue la primera de seis inmuebles que se construyeron en La Magdalena, sector centro, para acoger a los turistas.
Las otras son la Casa de los Geranios, de los Arrayanes, de los Cipreses y de los Alisos.