La casa cuenta con un balcón de columnas entorchadas y madera calada. Fotos: Mario Faustos / CONSTRUIR.
La Villa Rosa Herlinda, el único edificio patrimonial de Guayaquil que acoge un museo de la Red del Ministerio de Cultura y Patrimonio, conjuga evocaciones de la arquitectura andaluza, con influencias mudéjar –el tipo de ornamentación que implantaron los árabes musulmanes en España- y reminiscencias coloniales.
La propiedad, ubicada en el centro oeste de Guayaquil, acoge desde el 2007 el Museo Presley Norton, que cuenta con una muestra arqueológica en honor a la colección del célebre arqueólogo ecuatoriano sobre las culturas ancestrales de las costas. Cuenta además con exhibiciones temporales sobre el patrimonio arquitectónico, la memoria urbana y social de la ciudad.
La vivienda fue declarada patrimonio arquitectónico de la nación el 9 de febrero del 2002 y el 26 de octubre del 2011 se declaró también como patrimonio nacional al barrio del Salado, donde se ubica la vivienda, en un reconocimiento a la arquitectura del siglo XX del área central de Guayaquil.
“Hay toda una confluencia de estilos, no podemos decir que la arquitectura pertenezca a uno solo de ellos, pero la casa es coherente y equilibrada”, dice el arquitecto Pablo Lee, quien participó en el proceso de restauración de la casa entre el 2005 y 2006.
“Como con nuestro propio mestizaje, la conjunción de elementos en la villa ha determinado una identidad local y ha logrado que la gente la reconozca como propia”.
El artesonado del salón principal, un techo con molduras y vigas de doble altura su imponen en el inmueble.
Lee recuerda que en los tiempos de estudiante universitario la edificación era conocida como la casa del balcón peruano. El estilo del balcón frontal cuenta con un diseño típico español, extendido ampliamente en ciudades como Lima (Perú). Las columnas entorchadas marcan el diseño del balcón saliente con ventanas de madera calada. Columnas del mismo estilo atornillado destacan también en el interior del inmueble.
También es característica la ornamentación del estilo español de la geometría de la cerámica en los zócalos en el soportal y en los interiores de la primera planta -la vivienda tiene dos pisos y un altillo-.
Se trata de un zócalo de un metro y medio de altura, con azulejo mudéjar , que en el exterior es de tono azul, y en el interior, verde.
La cerámica de las bases de las paredes presenta motivos florales y geometrías con una alta densidad de dibujo. Los azulejos cuentan también con impresiones de estampas de ‘Don Quijote de la Mancha’.
Las arquerías en las fachadas y los interiores atienden también a esa influencia andaluza, al igual que el artesonado sobre el salón principal, un techo a doble altura con esmeradas molduras de yeso y cemento sobre un polígono de vigas del que cuelga una gran lámpara.
La casa fue construida entre 1942 y 1943.
Las aventuras de Don Quijote parecen remitir también a la estructura tipo torre en la que remata el flanco oeste de la vivienda. “En todo el barrio se puso de moda por esa época rematar las esquinas de forma cilíndrica, una solución para evitar una unión de líneas rectas. La idea es la de una torre cilíndrica”, explicó Lee, del departamento de museografía y arquitectura del MAAC.
Ubicada en la esquina de las calles 9 de Octubre y Carchi, la casa fue construida entre 1942 y 1943 por el arquitecto Joaquín Pérez Cin, quien diseñó y construyó también otras edificaciones emblemáticas de la ciudad, entre ellas el edificio de la actual Zona Militar (1921), de la avenida 9 de Octubre y Lorenzo de Garaycoa, y la Torre del Reloj o Torre Morisca (inaugurada en 1931) del Malecón.
El inmueble perteneció inicialmente a Ismael Pérez Pazmiño, el fundador de Diario El Universo, que la llamó Villa Rosa Herlinda en honor a su hija, Rosa Herlinda Pérez Castro. En los años 80 la propiedad fue cedida a favor de la Sociedad Anónima Predial y luego pasó al Pacífico SA, al Banco Central del Ecuador y, finalmente, al Ministerio de Cultura.
Los arcos y los azulejos de los zócalos en cerámica estilo mudéjar marcan el exterior.
Íngrid Iturralde, responsable temporal del museo, destacó que como la vivienda es patrimonial al igual que el barrio, el museo se convirtió desde el 2016 en un centro de rescate de la memoria urbana de Guayaquil. Hasta entonces había sido sobre todo un repositorio de arqueología. Una de las exhibiciones actuales recorre a través de fotografías antiguas los hitos de la transportación de inicios del siglo XX en el Puerto Principal.