Al momento de escribir esta carta, habrán pasado tres años desde que me alejé de mi país para avanzar profesionalmente. Nunca fue mi intención abandonar el país que me ha dado tanto, pero cada día es más difícil encontrar el camino de vuelta a casa.
Políticos que improvisan la planificación de su jurisdicción mientras enjuician a sus semejantes para justificar el cargo, en lugar de arreglar los vacíos institucionales por los que permea la corrupción. Una prensa más centrada en generar clickbait sobre política, farándula deportiva o por monarquías de países extranjeros que en ofrecer información relevante y oportuna. Una ciudadanía orgullosa de su identidad y tradiciones, pero ingenua al creer que el Estado debe ser el principal motor de su bienestar. Ecuatorianos atrapados en su identidad y tradiciones; incapaces de expandir nuestros horizontes para cambiar, ser mejores y seguir adelante.
Mi corazón no duda en volver, pero la razón me dice… ¿Debería regresar?