Antes de sumergirme en el maravilloso mundo de la dieta basada en plantas, estaba 100% segura de que los vegetarianos y veganos se alimentaban únicamente con pasta y ensalada, o con arroz y ensalada.
¿La razón? Compartí mesa con varios de ellos y esos dos platillos eran protagonistas del menú mensual. Esa escasez de nutrientes -precisamente- fue una de las razones por las que me resistía a eliminar la carne de origen animal de mi dieta diaria.
También pesó el hecho de que esos amantes de la dieta basada en plantas tenían sobrepeso y casi siempre estaban con las pilas descargadas. Les faltaba energía.
Yo me considero una persona activa. Antes del covid-19 asistía al gimnasio casi todos los días. Los fines de semana visitaba el parque de La Carolina o el Chaquiñán para sumar un par de kilómetros, como una buena aficionada. Así que ese plan de alimentación no era opción para mí y creería que tampoco para esas personas.
Para levantar pesas, correr, nadar y practicar otras tantas disciplinas necesitas energía y sí, ese ‘combustible’ viene de la pasta y del arroz, por ejemplo; pero también se requiere de proteína, un macronutriente esencial para regenerar músculos y tejidos.
Ese abunda en los huevos, en la carne de res, de pollo o de cerdo, y en los alimentos como las leguminosas: lentejas, garbanzos, soya y más. A estas últimas, los vegetarianos a los que hago referencia les restaban atención.
¿Por qué? Falta de conocimiento. Ese es el principal error que cometen las personas que se sumergen en este mundo tan prometedor. Para dar el gran paso es necesario empaparse de información para evitar una carencia de nutrientes y que se desencadene una serie de enfermedades.
De acuerdo con nutricionistas especializados en esa área, todos los planes de alimentación, incluido el que se basa en plantas, resulta efectivo cuando se lo planifica en función de los objetivos y necesidades de cada persona. Para ello es importante la guía de un experto. Cuando la gente carece de ese asesoramiento es muy probable que abandone la dieta, aduciendo, sobre todo, que engorda y que no aporta energía.
Las leguminosas y alimentos como los champiñones son fuente de proteína, ideal para los amantes de la dieta basada en plantas. Foto: Pexels
Otro error que comenten es restarle importancia a la suplementación. Una particularidad de esta dieta es que carece de una vitamina vital para el correcto funcionamiento del organismo: la B12. Según los expertos, todas las personas que dejan los alimentos de origen animal necesitan suplementarse.
¿Con qué cantidad? Eso lo determinará el especialista, pues todo dependerá de los niveles que marquen los resultados de los exámenes de sangre. La ventaja de la B12 es que se trata de una vitamina hidrosoluble; el cuerpo se encarga de eliminarla cuando hay un exceso, como sucede con la vitamina C. La falta de este micronutriente puede provocar desde una anemia megaloblástica hasta la muerte. Otras personas registran mareos, cansancio y cambios en su estado de ánimo.
Tercer error. Reemplazar los alimentos derivados de animales con productos vegetarianos o veganos ultraprocesados. Actualmente, las perchas de los supermercados están llenas de opciones, muchas altas en sodio y en grasas saturadas. También tienen conservantes. Recordemos que el propósito de esta dieta es priorizar el consumo de alimentos naturales, que afortunadamente abundan en nuestro querido Ecuador.
Además de poner atención en esos tres puntos, les sugeriría empezar de a poco, sobre todo, a esas personas que disfrutan del sabor de los productos derivados de animales. Yo, por ejemplo, dejé primero la carne roja y los embutidos. Este 12 de diciembre cumplo un año sin recaídas (risas). Al pollo y pavo lo eliminé de mi dieta en agosto pasado. Desde entonces digo que soy pescetariana. Otro punto importante es hacerlo por alguna razón y no por obligación o presión social. Así el camino será más sencillo.
Y ustedes, ¿cómo van con su dieta?
Los leo en pgavilanes@elcomercio.com