El relato de los testigos es crudo. Recuerdan cómo el sábado 16, tres hombres armados descargaron cinco tiros sobre una mujer embarazada. No murió, pero perdió al bebé. Las pistas apuntan a una disputa de territorio para expender droga en un barrio de Guayaquil.
Las ganancias son enormes. Por eso la guerra para defender los espacios estratégicos. La ONU calcula que en América los ingresos anuales provenientes de los narcóticos ascienden a USD 150 000 millones.
Las mafias operan con un sistema complejo de colaboradores, con armas sofisticadas, con vehículos y motos para moverse.
Tienen flotas de avionetas. Ecuador ha visto cómo estas han ingresado ilegalmente al país. El domingo fue hallada una, completamente destruida, con dos cuerpos calcinados en su interior. Las montañas de Montecristi, en Manabí, fueron el escenario.
Seis meses antes, otra nave se precipitó en la zona fronteriza de San Lorenzo, Esmeraldas. 240 ladrillos de droga quedaron incautados. Estaban envueltos en lonas negras y sellados con cintas de embalaje.
En abril pasado, cinco unidades élite de la Policía montaron un operativo para desarticular una organización delictiva encargada del tráfico internacional de droga vía aérea.
Los investigadores decomisaron 510 kilos de cocaína, USD 4 955 en efectivo y la aeronave que debía salir de Guayaquil a México.
Un informe de la ONU-2017 advierte que el dinero del narcotráfico agrava la corrupción.
Sí; Ecuador ha sido testigo de cómo pequeños pescadores han sido captados para llevar alcaloides por el mar. Si logran entregar la carga ilegal reciben hasta USD 40 000.
Muchos han caído en esas ofertas ilícitas. Los primeros casos aparecieron en el 2015 y repuntaron en el 2016. Para entonces, se decía que 300
lancheros de cinco provincias estaban presos en el exterior. El 2017 se calculaba que eran 355.
El domingo, dos ecuatorianos fueron capturados en Galicia (España), mientras movilizaban 3 toneladas de cocaína en un narco submarino. Aterrador panorama.