El primer mes de Gobierno del izquierdista Andrés Manuel López Obrador transcurrió en medio de decisiones polémicas. En ese México, que sigue acosado por la violencia del narcotráfico y el crimen organizado -ayer veíamos como se condenaba por esos delitos a un exfiscal-, allí donde la solución de militarizar las zonas de tensión no dio resultado alguno durante el gobierno de Felipe Calderón, están pasando cosas.
Como se anunció hace un par de meses, el gigante proyecto de la construcción de un aeropuerto en la zona del ex lago de Texcoco se paró definitivamente. Los ecologistas ganaron la partida y se llenaron de argumentos pro naturaleza, pero la terminal aérea de la capital está colapsada y la gran inversión privada, en marcha, bordeaba los USD 1 800 millones, ahora tirados, figuradamente, en la hondura del lago inexistente.
Otro tema en debate y al que se oponen pueblos ancestrales es el tren de la costa en Yucatán, para levantar la economía y el turismo en sitios deprimidos y que tienen múltiples atractivos para hacerlo y retornar al auge que varias de sus playas tuvieron hace algunos años. Puede ser un polo de desarrollo pero tiene sus bemoles. En el proyecto se halla empeñado el nuevo Presidente.
Como noticia reciente hallamos en el diario Excélsior el anuncio de la creación de una Zona Franca en la frontera norte. Allá en Ciudad Juárez, un territorio presa de las mafias del narcotráfico, coyoterismo y trata de personas, podría ser una idea a debatir y en ese empeño López Obrador da tres meses para que actores empresariales y sociales hagan una reflexión colectiva. Una reducción drástica de impuestos y la creación de empleo inclusive mejor remunerado que en otros estados es el eje primigenio de la propuesta que tendrá sus aristas y habrá que profundizar en ellas.
En materia internacional, López Obrador parece ser ya el único aliado al que se aferra, como a un clavo ardiente, Nicolás Maduro señalado por sus colegas de 13 países que buscan que no asuma otro mandato.