Ya está decidido y fijado. A partir del 1 de enero del 2020 el salario básico unificado será de USD 400.
La cifra es producto del desacuerdo, tal como ha ocurrido al menos en los últimos cinco años. En este período ha sido absolutamente imposible que trabajadores y empleadores se entiendan, negocien y fijen de manera conjunta el monto de elevación del salario básico.
En las reuniones de estas últimas semanas el guión se repitió con cifras totalmente opuestas. Los empleadores sugerían que de darse un aumento, debía ser equivalente a la proyección de inflación del próximo año, que es del 0,84%, lo que hubiese significado que el salario básico suba USD 3,30, es decir de USD 394 a 397,30. Mientras que los sindicatos de trabajadores planteaban incrementos de entre USD 15 y 20, montos que los empresarios llamaron insostenibles.
Finalmente fue el Ministerio de Trabajo quien determinó la elevación de USD 6, en base a la proyección de la inflación y del crecimiento económico del país. Para el 2020 se calcula que el país crecerá 0,57%, aunque la cifra podría variar; además el dato del 2019 aún no se hace público, aunque la gerenta del BCE ya reconoció que la economía se contrajo en el año que termina.
¿Es justo el monto de la elevación decidida? ¿Está el sector empresarial en capacidad de asumir este costo teniendo en cuenta que el empleador deberá asumir también el aporte patronal, los décimos y los fondos de reserva? ¿Los trabajadores y sus familias estarán satisfechos? Responder estas preguntas no es sencillo dado que cada actor de esta ecuación tiene sus intereses y argumentos.
De lado y lado hay que actuar con honestidad y mirar hacia el futuro pensando en el país. El empleador debe saber que un incremento salarial motiva a cualquiera y el trabajador tiene que reconocer sus capacidades y pensar en mejorar sus habilidades.
Cumpliendo esas y otras condiciones los consensos llegarán y dejaremos atrás las imposiciones y los desacuerdos.