Extorsión, otro drama que viven los familiares de personas desaparecidas

Los familiares de personas desaparecidas suelen ser víctimas de extorsión por parte de desconocidos. A menudo, las personas aprovechan los números de teléfono, que se colocan para recibir información de sus seres queridos, para pedir dinero. Foto: Archivo

Decían tener información sobre Valery, pero a cambio pedían USD 50. “Ayúdeme a ayudarla”, le dijeron a Lorena los sospechosos. Ella es madre de la adolescente, de 15 años, que desapareció en octubre, en Quito.
“Supuestamente sabían dónde estaba; me describieron cómo era mi hija, su color de piel, sus ojos, ropa y que si quería volver a verla ellos me iban a ayudar”, recuerda la mujer.
No pagó y tres días después, la Policía encontró a su hija, quien había salido de casa por problemas personales. “Lo terrible es que hasta ahora me siguen llamando a ofrecerme información sobre el paradero de mi hija”. La mujer cuenta que parte de los datos que le proporcionaron fue la misma que ella difundió sobre la estatura de la menor, lugar donde fue vista por última vez, fisionomía, etc. Su número aún aparecen en redes sociales y no puede hacer nada para borrarlo.
Este no es un caso aislado. Entre los familiares de personas desaparecidas se cuentan historias similares. Hay sospechosos que aprovechan los números telefónicos difundidos en redes sociales para contactar con los allegados y envolverlos en promesas o engaños. “Juegan con la desesperación de la familia”, dice el padre de Amable Quinatoa, desaparecido en el 2011, en Guayas. A lo largo de estos años, la familia ha optado por no usar sus números telefónicos. Por eso, en todos los afiches usan únicamente el número de la Policía.
“Al principio la gente nos llamaba dar pistas falsas y pedía dinero, hasta USD 200. Pero ya nos cansamos”, dijo el padre.
Lidia Rueda, presidenta de la Asociación de Familiares de Personas Desaparecidas (Asfadec), dice que sí ha escuchado sobre casos de extorsiones. Cuenta que en el 2018, los padres de una joven desaparecida en el cantón San Miguel, en la provincia de Bolívar, le informaron que habían sido contactados por un número cuyo código de área pertenecía a México. “Le llamaban a cada rato, pero no le exigían dinero, sino cosas raras que ya atentaban hasta el pudor: le pedían a la madre que mande fotos desnudas”, cuenta la dirigente.
Para ella, si bien estos casos sí se pueden presentarse, dice que lo preocupante es la falta de investigación o seguimiento cuando les alertan a la Fiscalía o Policía. “Las familias muchas veces no se quejan ni alertan, pero es porque están buscando a sus seres queridos y también porque en las alertas que mandamos siempre van los números de los familiares para que reciban información y pistas”.
En el caso de Julio César Litardo, quien desapareció el 5 de noviembre pasado, su familia cuenta que no sufrió una extorsión, pero sí otro delito. El padre señala que alguien usó los datos de su hijo como el número de cédula y hasta la foto difundida en redes sociales para contratar un servicio de televisión con una operadora telefónica. “Al principio pensábamos que era mi hijo, porque la contratación se dio como 20 días después de la desaparición, pero luego nos percatamos que alguien estaba usando los datos haciéndose pasar por él”.
En la Dirección Nacional de Delitos Contra la Vida y Desapariciones (Dinased), la recomendación que dan a las familias es que no paguen por información y que cualquier número extraño informen a los agentes asignados a los casos.
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