El Municipio de Quito lanzó el Plan Metropolitano de Gestión Integral del Riesgo, una estrategia diseñada para enfrentar emergencias y desastres en la capital.
Este plan, estructurado en seis fases, busca fortalecer la capacidad de respuesta de la ciudad ante amenazas naturales y urbanas. Su implementación es fundamental, especialmente tras eventos como los incendios forestales de septiembre, que evidenciaron la urgencia de una respuesta coordinada.
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Quito, una ciudad en constante riesgo
La ubicación geográfica y la densidad urbana de Quito la exponen a múltiples amenazas, entre las que destacan sismos, erupciones volcánicas, inundaciones y deslizamientos.
Según Carolina Andrade, secretaria general de Seguridad Ciudadana y Gestión de Riesgos, afirmó, el 22 de diciembre del 2024, que “este plan es un esfuerzo integral que prioriza la colaboración y la prevención”. Además, resaltó la importancia del involucramiento comunitario para lograr resultados sostenibles.
Inversión y objetivos del Plan de Gestión Integral del Riesgo
El plan contempla una inversión inicial de 10 millones de dólares. Su implementación iniciará en enero de 2025, con énfasis en las zonas más vulnerables, como los barrios de Solanda y La Comuna.
Asimismo, Andrade indicó que “el objetivo principal es reducir significativamente los daños humanos y materiales causados por desastres”.
Las seis fases del Plan de Gestión Integral del Riesgo
El Plan Metropolitano de Gestión Integral del Riesgo que implementa Quito se organiza en seis fases clave que garantizan su eficacia:
1. Etapa preliminar
En esta fase se identifican los actores clave y se conforma una comisión técnica con representantes de diversas dependencias municipales. Este grupo establece las bases para la coordinación interinstitucional. Según Patricia Carrillo, directora de Gestión de Riesgos, “esta etapa inicial asegura que todos los sectores involucrados tengan claridad sobre sus roles y responsabilidades desde el principio”.
2. Diagnóstico estratégico
Se recopilan datos sobre las principales amenazas y vulnerabilidades de la ciudad. Carrillo destacó que “se ha trabajado con 51 instituciones para mapear las zonas críticas y evaluar las capacidades actuales”. Este diagnóstico incluye estudios de impacto en sectores como el Valle de los Chillos y el norte de Quito, donde las inundaciones y deslizamientos son frecuentes.
3. Propuesta
En esta etapa se definen objetivos, políticas y estrategias. También se elaboran proyectos específicos que están alineados con otras iniciativas locales y nacionales. Andrade subrayó que “una de las metas es integrar el plan con los esfuerzos de sostenibilidad ambiental y urbanismo”.
4. Modelo de gestión
Se asignan responsabilidades y se establece un sistema de participación ciudadana para incluir a las comunidades en la gestión del riesgo. Este modelo también prevé la capacitación de los líderes barriales para actuar como primeros en responder en situaciones de emergencia.
5. Implementación
Esta fase contempla la ejecución de proyectos priorizados, con capacitaciones comunitarias, simulacros y obras de mitigación. El objetivo es iniciar acciones concretas en el primer semestre de 2025. Andrade enfatizó que “los simulacros permitirán medir la eficacia de las estrategias y ajustar detalles en tiempo real”.
6. Evaluación
Un sistema de evaluación anual permitirá ajustar las acciones según las necesidades emergentes. “La evaluación es clave para asegurar la eficacia y adaptabilidad del plan”, afirmó Andrade, quien también indicó que se publicarán informes de transparencia sobre el avance del proyecto.
Eventos de 2024: Un recordatorio de la urgencia
El año 2024 estuvo marcado por eventos que evidenciaron la necesidad de un plan integral. Por ejemplo, en septiembre, un incendio forestal en Guápulo destruyó 193,65 hectáreas y generó alarma entre los vecinos.
Además, las fuertes lluvias en el Valle de los Chillos provocaron deslizamientos y cortes de vías. Cientos de familias quedaron incomunicados.
Estos sucesos subrayaron la importancia de fortalecer la prevención y la respuesta. Andrade también mencionó que “la lección más importante de estos eventos es la necesidad de trabajar juntos, gobierno y comunidad, para evitar tragedias mayores”.
Necesaria participación ciudadana ante los riesgos
Con la implementación del Plan Metropolitano de Gestión de Riesgos, se busca proteger a la población y garantizar una respuesta coordinada ante futuras emergencias. Además, el plan incluye capacitaciones comunitarias y simulacros, fortaleciendo la participación ciudadana.
En palabras de Andrade, “la participación activa de los ciudadanos es fundamental para el éxito de este proyecto”. Patricia Carrillo complementó afirmando que “las comunidades capacitadas no solo reaccionan mejor, sino que también contribuyen a prevenir riesgos”.