El 2024 ha sido uno de los peores años para el sector gastronómico, incluso más que la pandemia del covid-19. En ese sentido, los cortes de energía eléctrica se suman como un elemento más para un año fatal para los restaurantes.
Más noticias
Un 2024 oscuro para los restaurantes de Quito
Desde que comenzó el año, los restaurantes en Quito -y de paso en todo el país- sienten que el 2024 es el de un apagón interminable. La fatalidad comenzó en enero, cuando Ecuador cayó en un pánico colectivo tras la toma de un grupo de delincuentes organizados se tomaron TC Televisión.
La declaratoria de conflicto armado interno por parte del gobierno del presidente Daniel Noboa fue el primer golpe del año porque dejó una imagen negativa del país en el exterior y una pérdida de confianza entre los mismos ecuatorianos. Sin embargo, los cortes de energía han envuelto -literal y figuradamente- en la oscuridad a muchos restaurantes de Quito.
“La industria alimenticia es una de las más vulnerables. Siempre hay algo que nos afecta: la inseguridad, las vacaciones, el inicio a clases, los cortes de luz. Pero también somos un grupo con fortalezas porque seguimos trabajando y, cuando empiezan a haber mejoras, tenemos un proceso de recuperación rápido porque la gente necesita distraerse”, dice Álvaro Hernández, chef de Cats, en Cumbayá.
La desilusión en los restaurantes por los apagones
Carlos Santos es el chef de Chulpi Urbano. Queda en Las Casas. Y esta semana tiene los cortes de luz de 10:00 a 15:00 y de 19:00 a 20:00. Justo a las horas del servicio. “Abrimos igual a las 13:00. Venimos más temprano para aprovechar y usar los aparatos eléctricos necesarios para la producción”. Pero se le siente desconsolado. “Aumentan los gastos, los productos se dañan. Pero no es solo para nosotros el problema. La gente no sale, está golpeada. Estamos superindignados y desanimados porque ni siquiera tenemos un futuro claro”.
De la comparación en los primeros 15 días de facturación del mes, en octubre no ha hecho ni la tercera parte.
Santos no ha podido comprar un generador, por precios, porque han intentado estafarlo vendiendo algo que no era la solución y porque es una molestia. También en Negrita, que queda en el Batán Alto, se adecuan a la situación, pero ellos no han optado por comprar generadores por la contaminación auditiva.
“La verdad es que resolver no se puede mucho. Estamos trabajando con unas lamparitas, velas y tratando de mantener todo el congelador cerrado para no perder la cadena de frío. A oscuras y tratamos de adaptarnos al horario”, dice Julia Quiñones, la chef de Negrita.
Cortes previstos desde antes
Diego Vivero, director de la Federación de Restaurantes de Ecuador y de la Agremiación de Restaurantes de Pichincha, cuenta que desde abril ya sabían que se venía una nueva crisis eléctrica. No imaginaban que iba a ser de esta magnitud. “En nuestras reuniones con la Empresa Eléctrica Quito la solución fue que nos proveamos de nuestra propia energía“.
Los restaurantes ya tenían prevista esta situación y ahora son mayores los costos, amortización de plantas eléctricas, costos del combustible. “Lo más grave es que todo esto nos distrae de lo fundamental para los restaurantes ahora: brindar la mejor experiencia posible”.
Vivero debió cerrar uno de sus locales de Pizza SA para que el negocio en general pudiera seguir su marcha. “Somos empresarios y debemos buscar siempre la salida para continuar con el negocio”.
Si bien CATS se ha sostenido con las reservas y los eventos que tiene en su local de Cumbayá, reconoce que hay una caída de aproximadamente el 40% de los clientes que llegan espontáneamente a su local. “El problema es que si un local está iluminado, pero el resto a oscuras y no se animan a entrar”, dice Hernández.
A la caza de generadores de luz
Rafael Mora ya tenía desde hace años un generador eléctrico en su casa y que le sirvió para su restaurante D La Calle. En cambio, tuvo que comprar uno para su local Dumpling Shop.
“La gente viene menos porque tenía menos y nos tocaba comprar pocos insumos porque se dañaban y la producción también bajaba porque se dañaba al estar tantas horas los elementos que necesitan del frío. Así que tocó invertir en un generador”, dice Rafael.
Tuvo suerte porque se anticipó a la compra en un local en donde vendían generadores. Fue un lunes por la mañana. Por la tarde volvió y ya se habían agotado.
Los afortunados sin cortes
En estos apagones generales, hay sectores que no han sufrido los cortes de luz. Eso ocurre en Sangolquí, por ejemplo, en Iza Restaurante. “El año anterior nos cortaban, pero esta vez no. Es porque estamos cerca del Hospital General de Sangolquí, nos dice su propietario, Andrés Iza.
Lo mismo ocurre con Gallo Rojo, la taquería mexicana que queda cerca del Pablo Arturo Suárez, en San Carlos. “El trabajo se nos multiplicó. Como en los centros comerciales, vienen muchos a pasar aquí el tiempo en que se corta la luz en su casa”, cuenta Lenín Carrillo, su chef.