La guerra entre Ucrania y Rusia está conectando al hambre en el mundo. Las estimaciones más recientes son alarmantes, con 47 millones de personas que podrían sufrir inseguridad alimentaria grave en el 2022, según las proyecciones del Programa Mundial de Alimentos.
Ambos países son una pieza importante para la alimentación a escala mundial. De acuerdo con Eckart Woertz, director del German Institute for Global and Area Studies (GIGA) y autor de ‘Geopolítica de los alimentos’, “alrededor del 30% de las exportaciones globales de trigo y cebada, el 20% del maíz, y una enorme cantidad (las tres cuartas partes) del aceite de girasol proceden de estos dos países”.
Lo cierto es que el conflicto bélico apareció en uno de los peores momentos. El mundo ya venía batallando en contra de la inseguridad alimentaria que dejaron las primeras olas de contagios por covid-19. En 2021, esto implicó que unos 388 millones de personas en 42 países, según información del Banco Mundial, no tuvieran acceso a comida diaria completa o que su dieta sea muy baja en alimentos variados y nutritivos.
África, entre los primeros daños colaterales
A inicios de este mes, África ya empezó a manifestar su verdadera preocupación por la crisis alimentaria que se produce tras la guerra. Macky Sall, presidente de Senegal y cabeza de la Unión Africana, se reunió con Vladímir Putin en Sochi (Rusia) “para pedirle que sea consciente de que nuestros países, aunque estén lejos del conflicto, son víctimas de esta crisis en el plano económico”.
Esta región es muy sensible frente a las decisiones que se toman ahora en el campo de batalla. De acuerdo con un reciente informe de la Conferencia de las Naciones Unidas sobre Comercio y Desarrollo, tan solo entre los años 2018 y 2020, el 32% del total de las importaciones africanas de trigo provinieron de Rusia, mientras que otro 12% llegó desde Ucrania.
En el último medio siglo, el trigo se ha convertido en un indicador de los cambios demográficos en África. En la década de 1960, allí se consumía cerca de 25 kg anuales de este cereal.
Para el año 2012, el valor sobrepasó los 50 kg/año, según investigaciones del Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo. Esto se relaciona con el crecimiento poblacional, que fue de 32% entre 2007 y 2019.
El consumo de trigo, principalmente a través de productos de panadería, se debe también a un cambio en la relación entre el campo y la ciudad. Así, por ejemplo, el 85% de la población en los países africanos del sur del Sahara se ubicaba en zonas rurales en 1960. A 2020, esta tasa bajó al 59%.
En estos desplazamientos, la gente deja de lado alimentos tradicionales como el sorgo, cultivado históricamente por los países africanos. Las dietas urbanas, en cambio, se adaptan rápidamente al consumo de arroz y trigo, dos productos de alta ingesta regional y baja producción local. Paralelamente, en varios países de la región, el tener pan en la mesa es una suerte de símbolo de un mejor estatus económico.
No solo los soldados son heridos en esta guerra. Ucrania y Rusia eran aliados importantes para al abastecimiento de granos del Programa Mundial de Alimentos. Tras el conflicto armado, esta organización debió inyectar cerca de USD 70 millones mensuales adicionales para mantener a flote sus operaciones humanitarias.
La amenaza a la producción
La guerra no solo implica la eliminación de dos jugadores destacados en el abastecimiento mundial de cereales. La producción de alimentos en el resto del planeta son altamente dependientes de las decisiones que Rusia y Bielorrusia (aliado del primero) tomen en cuanto a los suministros agrícolas.
Rusia es el segundo productor mundial de urea y el primer exportador del mismo (con cerca del 20% de participación). Asimismo, junto con Bielorrusia son responsables del 40% del potasio exportado a escala global. Una de las razones para este fenómeno es la capacidad tecnológica que tienen y, especialmente, porque su proceso de elaboración demanda gigatoneladas de gas.
El uso de la urea como fertilizante nitrogenado es primordial para el rápido crecimiento de los cultivos, especialmente de los pastos que alimentan a los ganados. Sin esta, la amenaza no es solamente para las plantaciones, sino también para la producción de carne y leche para alimentar al mundo.
Frases:
“La falta de fertilizantes hará que la escasez se extienda desde el maíz y el trigo a todos los cultivos básicos, incluido el arroz”. António Guterres. Secretario General de las Naciones Unidas
“Ya estamos viendo disturbios (por falta de alimentos) en Sri Lanka y protestas en Túnez, Pakistán y Perú. Esto es solo una señal de lo que vendrá”. David Beasley. Director del Programa Mundial de Alimentos
Exportaciones:
Rusia y Ucrania son responsables de aproximadamente del 30% de las exportaciones globales de trigo, 32% de cebada, 17% de maíz y del 63% de aceite de girasol, según información de la ONU.
Importaciones:
45 países menos desarrollados del mundo dependen del trigo que provenga de Ucrania y Rusia. Al menos un tercio de sus reservas nacionales requieren de los insumos que se exportan desde la zona en guerra.
Fertilizantes:
América Latina requiere de los fertilizantes nitrogenados de Rusia y Bielorrusia para mantener a flote su producción agropecuaria. En la región, los precios en el último año han subido en un 300%.