Redacción Mundo, Reuters y DPA
Tomando carrera en sus muletas a una velocidad vertiginosa, los jóvenes futbolistas amputados que perdieron sus extremidades en el terremoto de Haití, ocurrido el año pasado, proyectan un símbolo de esperanza y resistencia en una tierra devastada.
Durante un partido de calentamiento el fin de semana, días antes del aniversario del devastador terremoto del 12 de enero, los jugadores -todos con extremidades inferiores amputadas- controlan el balón hábilmente, evitando el contacto ‘ilegal’ con sus muletas.
Los equipos entrenan en una cancha polvorienta cerca de Cite Soleil, la mayor barriada de Haití en las afueras de Puerto Príncipe, la capital del país. Los jugadores volverán a enfrentarse mañana en el Estadio Nacional como parte de una dolorosa conmemoración de bajo perfil del desastre que ocasionó la muerte de unas 250 000 personas.
“No todo puede ser solucionado tras el terremoto, pero la vida continúa y debemos hacerlo”, dijo Mackendy Francois, cuyos amigos utilizaron una sierra para cortarle la pierna debajo de la rodilla cuando lo liberaron de los escombros en una fábrica de camisetas un año atrás.
Miles de personas perdieron sus extremidades en el terremoto del 12 de enero, que dejó a más de un millón sin hogar y viviendo en la miseria en la ya empobrecida nación caribeña, propensa a las calamidades.
La vida no se acabó cuando perdí una pierna, dijo Francois, de 23 años, quien señaló que se sentía orgulloso de representar a su equipo contra los rivales Zaryen, que recibió su nombre del término criollo haitiano para una tarántula debido a que sigue en pie pese a perder un apéndice. Los equipos de fútbol incluyen a algunos jugadores con capacidades especiales a causa de defectos de nacimiento y también amputados en accidentes que no tuvieron relación con el sismo.
Pese al ejemplo alentador de los jugadores amputados, las esperanzas iniciales de que un nuevo Haití más exitoso pueda de alguna forma erigirse de los restos dejados por el terremoto, con ayuda internacional, comienzan a nublarse por un sentimiento de pesimismo y desesperación, entre la población.
Incluso antes del sismo, cerca del 70 por ciento de los 10 millones de personas en Haití, el Estado más pobre del hemisferio occidental, vivían con menos de dos dólares diarios. Para muchos, las condiciones parecen haber empeorado.
El mediocampista de Zaryen Bernard Noubert, quien perdió a sus padres en el terremoto en el mismo edificio donde se quedó sin una pierna, dijo que el fútbol lo ayudó a seguir adelante. Es la mejor distracción para aliviar mi corazón, dijo.
A pesar de los miles de millones de dólares en ayuda y una generosa campaña internacional de solidaridad para Haití tras el terremoto, el aniversario fue de bajo perfil. Esto se debió, en parte, por una dura crítica de muchos rincones sobre lo poco que se consiguió hasta el momento para reconstruir la capital del país.
El deporte también ha servido para mantener la mira del mundo en el país más pobre de América, Haití y otras zonas afectadas por las lluvias. El suizo Roger Federer y el español Rafael Nadal presentan hoy, en Melbourne, una exhibición benéfica para recaudar fondos para las víctimas de las inundaciones en Australia.
Junto a los dos mejores del ranking mundial masculino, estarán la belga Kim Clijsters, los jugadores locales Samantha Stosur y Lleyton Hewitt, el serbio Novak Djokovic y el ex tenista australiano Pat Rafter, capitán de Copa Davis de su país y nacido en la región de Queensland, una de las más afectadas por las inundaciones.
Federer, que ya lideró un evento similar hace un año en favor de las víctimas del terremoto de Haití, fue de nuevo el promotor de la idea de un torneo que se celebrará en Melbourne Park, sede a partir de mañana del primer Grand Slam del año, el Abierto de Australia.