‘Madre Luna’, un documental que cuenta el drama de madres migrantes

Foto: Cortesía Festival EDOC

Bety Rendón tiene cuatro hijos pero ninguno vive con ella. Gabriela y Henry están en Ecuador. Se separó de ellos en el 2003 cuando decidió migrar a Italia en busca de nuevas oportunidades para su familia. Allesandro y Giada viven en Italia, De ellos se alejó en el 2009 cuando la asistencia social italiana, decidió, con ligereza, que era mejor que ellos vivan con otra familia.
Allesandro y Giada son dos de los 30 mil niños de distintas nacionalidades, muchos de ellos latinoamericanos, que en la última década, han sido separados de sus madres en Italia. Niños que viven en ‘comunidades’ (centros de acogida para menores) y que en el mejor de los casos pueden ver a sus madres una hora al mes antes de perderles el rastro si son adoptados por otra familia.
Sobre la vida de estos niños y sus madres apunta el lente de la cámara de la cineasta Daysi Burbano en ‘Madre Luna’, uno de los 25 documentales ecuatorianos que son parte de la programación de la XVIII edición de los EDOC.
Bety es una de las protagonistas de esta historia coral que Burbano comenzó a tejer en el 2009. En su primera versión la cinta dura 30 minutos y se centra en la historia de madres ecuatorianas. Para este largometraje la directora, graduada de la Escuela de Artes Visuales de Nueva York, sumó una hora de grabación e incluyó historias de madres de Perú y Bolivia.
Hay cosas sobre la vida de Bety Rendón que no se conoce. Lo que sí se sabe es que es migrante, madre soltera, latinoamericana y pobre. Condiciones que, ante los ojos de la asistencia social italiana, parecen haber sido motivo suficiente para que Allesandro y Giada no estén junto a ella. Así lo muestra Burbano a través de una serie de testimonios que se matizan con imágenes de las calles de Milán o Génova.
Otro de las protagonistas es Karina Cedeño. De ella se sabe que es una migrante ecuatoriana que vive en Génova y que después de separarse de su exesposo italiano perdió por un tiempo a sus hijos. Todo gracias a una denuncia realizada al servicio social. También se conoce que en el 2009, en su desesperación por no perderlos, entró en el consulado de Ecuador, en Génova, para pedir asilo humanitario.
Para recuperarlos, Karina aprendió a luchar contra sus miedos y estudió la legislación italiana, sobre todo el código de menores. Ella, al igual que otras madres, sostiene frente a la cámara de Burbano, que el problema no es la justicia italiana sino el servicio social.
“Cuando converse con las madres me decían que se le entregó mucho poder a las asistentes sociales. Ellas escribían en sus informes lo que les deba la gana. Por ejemplo en el de Karina anotaron que era maniacal porque bañaba mucho a sus hijos”, cuenta la cineasta en una entrevista a este Diario.
Cuando Bety Rendón tiene tiempo sale a las calles de Milano a pegar papeles con las fotos de sus hijos, con la esperanza de que uno de ellos la vea y sepa que los sigue buscando, que los espera en casa, de donde asegura nunca debieron haber salido. Mientras tanto sigue trabajando para enviarles dinero a Gabriela y Henry, con quienes tampoco ha podido volver a reunirse.
El documental de Burbano, que se proyectara el sábado 18 de mayo de 2019, a las 16:30, en la sala de Flacso Cine (San Ignacio y La Pradera), incluye videos de archivo sobre las denuncias y marchas de estas madres, así como imágenes de investigaciones publicadas en periódicos y revistas sobre las denuncias de estas madres.