Creí que la voluntad popular había decidido que en la Feria de Quito no se matarían los toros de lidia. Me equivoqué. Resulta que esos toros sí van a morir. Pero esta vez por decisión del Municipio de Quito. No morirán como merece hacerlo un animal tan noble: en el ruedo. ¡Los van a matar en los chiqueros de la plaza! Hasta el momento no escucho las voces de los defensores de los animales que tanta alharaca hicieron para salirse con la suya. Parece que al final del día ninguno de ellos estaba pensando en estos nobles animales a los que terminaron traicionando.