Construir un edificio ha implicado el uso de materiales idóneos que permitan cerrar los ambientes volviéndolos seguros y funcionales y, al mismo tiempo, abrirlos a la vista, al paisaje y a la luz.
El vidrio fue la solución por mucho tiempo. Hoy se sigue usando en variedades muy tecnificadas, como el vidrio templado, el vidrio laminado de seguridad y otras variables.
Es más, actualmente se están probando algunas variedades de cristales que revolucionarían el mercado. Varios de ellos son muy delgados y hasta se pueden doblar.
No obstante, la tecnología se encargó de encontrar rivales para los cristales: los polímeros, que no son sino plásticos. Primero fue la fibra de vidrio. Luego llegaron los acrílicos, el PVC, los policarbonatos…
Todos estos polímeros -polipropilenos, PET, polietilenos…- son muy dúctiles y maleables. Y han permitido el desarrollo de estructuras arquitectónicas y muebles audaces.
Los policarbonatos, que son termoplásticos, están en boga, aunque ya tienen muchos años. Y existen variedades que son tan resistentes como el acero.
Pero hasta los policarbonatos están siendo reemplazados por otros productos que parecen salidos de la imaginación de George Lucas o James Cameron. Uno de ellos es el hormigón translúcido, bautizado por el arquitecto húngaro, Áron Losonczi, como LitraCon (Light Transmitting Concrete).
Este ‘concreto’ permite visualizar a través de él, aunque tiene similar resistencia a su pariente que no deja pasar ‘nada’. Claro que su uso sigue siendo muy restringido pero es una opción para tomarse en cuenta.