Roberto de la Torre, en la sala de su casa. Se aprecia la neutralidad del blanco, combinada con hormigón visto y acero. Fotos: Vicente Costales / CONSTRUIR.
En el 2007, el conjunto de cuatro casas que Roberto de la Torre hizo en alianza con su colega Patricio Endara recibió el Premio Ornato Ciudad de Quito. La mención destacó varios aciertos en la arquitectura del sitio, que luego de 10 años conserva sus méritos.
Se trata de cuatro unidades de vivienda, en un conjunto armónico, ubicado en Nayón. En una de las casas, rodeada de naturaleza, vive el arquitecto.
El dueño y creador de la casa explica que se realizó un trabajo de acercamiento con el terreno, en el que se generó un espacio en la parte baja, ya que se encuentra en pendiente.
Esa estrategia, según el arquitecto, genera una oportunidad de trabajo en el vacío, que trae consigo un servicio adicional para la vivienda, en un semisubsuelo. Esto significa que se trata de un proyecto que se explica en corte.
La vivienda, a la que Roberto de la Torre define como una arquitectura sencilla, cuenta con un sistema constructivo basado en una caja de hormigón y estructura de acero.
El diseño de la cocina permite una circulación fluida.
Los materiales vistos se matizan con la presencia de madera en toda la casa. Este material otorga calidez a los espacios, donde se mantiene el equilibrio entre los elementos y sus colores. Allí, el blanco es protagonista.
El arquitecto cuenta que para lograr esa armonía se tomaron decisiones importantes pero sencillas en cuanto a la cromática, a partir de materiales básicos como el porcelanato del piso, que se equipara con la arquitectura en blanco.
La exposición del acero y el hormigón también se fusiona con el verde del exterior. La vivienda tiene pocos elementos de acabados, con lo que se logra una composición simple, explica de la Torre.
“Nada es muy elaborado pero la disposición de elementos y la espacialidad dan un resultado interesante”.
La vivienda, de unos 250 metros cuadrados, cuenta con espacios sociales integrados en la planta baja e íntimos bien distribuidos en el segundo piso. Todas las estancias de la casa se incorporan con el exterior a través de ventanales.
Todos los espacios de la casa se conectan al exterior.
De la Torre comenta que la arquitectura moderna, simple y bien ejecutada de esta vivienda es una referencia heredada de su padre, que también fue arquitecto, y siguió los preceptos de Richard Neutra, quien impuso el estilo internacional.
Como parte de la propuesta inscrita en su vivienda también se tomó en cuenta la presencia del agua como un elemento que aporta paz y relación con la naturaleza.
La relación con el elemento vital es permanente, así como sucede con los materiales. De la Torre implementó un espejo de agua en el borde de la vivienda que mira hacia el jardín posterior. Este evita la presencia de un pasamanos, convirtiéndose en una especie de límite natural entre los espacios.
Junto a todos esos logros arquitectónicos resaltan también las virtudes del diseño interior. El arquitecto Roberto de la Torre dejó fluir su experiencia en investigación y desarrollo de mobiliario.
Todos los espacios de la casa se conectan con el exterior.
En su casa se destacan piezas ícono del diseño a lo largo de la historia, como la silla BKF, también conocida como Butterfly, una silla de acero y cuero, diseñada en Buenos Aires por los arquitectos Bonet, Kurchan y Ferrari.
En la decoración se evidencia el gusto familiar por el arte internacional, pero sobre todo por el local: el comedor es una expresión de nuestras culturas barrocas. Inspirado en varios diseños, de la Torre también desarrolló los suyos.