El castillo José Martínez de Espronceda está ubicado en las calles Eloy Alfaro y Venezuela. Fotos: Enrique Pesantes / CONSTRUIR.
El castillo José Martínez de Espronceda se eleva en la esquina de un sector que durante el siglo XX fue el alma industrial de una ciudad portuaria.
Las amplias veredas de la estructura ubicada en el barrio del Astillero evocan otra época, una en la que la serenidad de la brisa del río contrastaba con el ruido proveniente de fábricas y obreros navales que forjaron la reputación de los astilleros de Guayaquil.
El arquitecto español, Juan Antonio Orús Madinyá, construyó el imponente edificio en 1930 a petición de su compatriota José Martínez Espronceda y su esposa, Lucrecia Peribonio Brajcic.
Adjunto a ese también se cimentó la fábrica de gaseosas llamada Frutal, que después se convirtió en la popular Cola Fox en el sitio donde ahora funcionan parqueaderos.
El alcalde de Guayaquil, Jaime Nebot, inauguró en mayo pasado el remodelado Castillo, ubicado en las calles Eloy Alfaro y Venezuela. El edificio patrimonial será utilizado para diversas dependencias municipales donde el Cabildo atenderá a la ciudadanía. Según el Alcalde, se busca que desde un espacio virtual de la renovada edificación se pueda acceder a los museos municipales de la ciudad, entre ellos los que se destinarán próximamente al cacao y al café.
El inmueble de tres plantas, con una terraza, fue construido con cemento Portland importado desde Inglaterra, se sostiene sobre 17 pilares y en la parte alta resaltan cuatro torres, dos de cada lado. Cada uno de los pisos cuenta con
1 000 metros cuadrados.
Es una construcción ecléctica. Según el arquitecto e historiador, Melvin Hoyos, “posee elementos renacentistas, art déco, no tiene un estilo particular de manifiesto. Incluso cuenta con almenas, las cuales tenían una función militar en tiempos medievales”. A nivel local, comparte características arquitectónicas con el castillo José María Ala-Vedra y Tama, ubicado en las calles García Avilés y Colón.
El inmueble patrimonial está formado por tres plantas.
El castillo de Espronceda luce dos escudos nobiliarios y, según lo demuestra su distribución interna, fue construido principalmente como un condominio departamental, con columnas de hormigón, espaciosas habitaciones y altas paredes de ladrillo; el viento ingresa fácilmente por sus ventanas. El 7 de junio de 1990 fue declarado Patrimonio Cultural del Ecuador por el Instituto Nacional de Patrimonio Cultural (INPC).
Algunos años más tarde, el 24 de marzo del 2010, el Cabildo expropió el castillo a la viuda de Espronceda, pues esta habría acumulado deudas en impuestos prediales y obtuvo un convenio con la Alcaldía en el que la deuda sería saldada con la entrega de la propiedad.
Sin embargo, la fortaleza habría de esperar ocho años para volver a manifestar la suntuosidad que había ostentado durante la década de los 30.
Desde el 2011 se introdujo en un período de abandono, transformándose en un refugio de indigentes y transeúntes curiosos que ingresaban al sitio sin permiso alguno.
El proyecto de restauración a cargo de la Fundación Guayaquil Siglo XXI comenzó a fraguarse en julio del 2017. Finalizó en marzo de este año y supuso una inversión de USD 850 000, según Mauro Pérez, representante de la entidad.
La fortaleza de color crema y beige retornaba una vez más a su época de oro, con 38 ventanales nuevos de diferentes tamaños elaborados en un aluminio que asemeja la apariencia de la madera y 13 balcones que ofrecen una vista a la ría y el antiguo barrio.
La remodelación consistió en el mantenimiento de las diversas estructuras originales como las escaleras, el reemplazo de las baldosas, la colocación de cubiertas metálicas, pintura general e instalaciones sanitarias y eléctricas.
La edificación luce dos escudos nobiliarios y se sostiene sobre 17 pilares.
Para Hoyos, el valor histórico del castillo radica en que pertenece al período en el que fueron construidas las primeras edificaciones de cemento, tanto por arquitectos italianos como por expertos españoles.
La edificación, alguna vez residencia de alquiler y más tarde guarida de indigentes, tiene ahora otros planes, la intención es que ahora se convierta en una gran vitrina cultural en el sur de la ciudad.
De acuerdo con los especialistas, tras los estudios estructurales, se decidió que la planta baja funcionaría como un archivo histórico de la ciudad, conformado por documentación de la Secretaría Municipal de 1900 – 1950, de la Gobernación de Guayaquil de 1790 – 1900, archivos del Cabildo colonial y archivo genealógico.
A ese registro se le sumaría la hemeroteca y la biblioteca de autores nacionales Carlos Rolando. El complejo prevé contar también con una biblioteca
Según la Dirección de Promoción Cívica y Cultural del Municipio, el presupuesto de la inversión sería de alrededor USD 200 000, y se aspira habilitar las nuevas áreas para mayo del siguiente año.
Las dos plantas superiores quedarían bajo jurisdicción de la Empresa Pública Municipal de Turismo, que aún no posee designios concretos para el inmueble.