En la entrevista que, hace pocos días, le hicieran tres destacados periodistas, el presidente Moreno emitió varios conceptos sobre política internacional, que merecen ser destacados.
Reconoció que el caso Assange es un “problema heredado”, advirtiendo que su gobierno no lo creó. Pretendió poner distancias con el asilado.
Añadió que la canciller Espinosa había recibido el encargo de manejar este asunto, insinuando que él no había tomado la decisión de conceder la nacionalidad a Assange. Esta inusual manera de evadir los efectos de la política externa que le corresponde definir, puede ser una expresión de debilidad o de censura a la Canciller quien -anunció- busca otras imaginativas formas de resolver el problema. Ojalá se preocupe de conocer lo que la Canciller llegue a imaginar, para no verse obligado a desautorizarla y asumir la responsabilidad pertinente.
El Presidente demostró una oportuna y bienvenida apertura para integrarse a la Alianza del Pacífico, que tantos beneficios ya está dando a quienes forman parte de ella, y de negociar un acuerdo comercial con los Estados Unidos. Deberá ahora disponer que se den los pasos necesarios para iniciar cuanto antes estos procesos.
Hay quienes se han opuesto a los Acuerdos de Libre Comercio, por razones ideológicas, entre ellos Correa, Patiño y la señora Espinosa. A a nadie se le puede ocurrir que el Ecuador deba firmar convenios lesivos a sus intereses. La ampliación de las relaciones comerciales es buena porque facilita el desarrollo al propiciar mayor producción, mayor inversión empresarial y más y mejores puestos de trabajo. Pero hay que negociar con firmeza y talento para concertar acuerdos que satisfagan los intereses del país y sienten bases que permitan planificar políticas comerciales de largo alcance. Ahora estamos a merced de preferencias que Washington otorga o suprime unilateralmente. Debemos también propiciar negociaciones con China, Rusia y otros países de grandes mercados consumidores y desarrollo tecnológico moderno.
Todos vimos, estupefactos, el ataque con obuses al rebelde venezolano que, después de haberse rendido, fue masacrado por las fuerzas armadas maduristas. La Unión Europea resolvió aplicar sanciones al régimen de Maduro. El Grupo de Lima -Argentina, Brasil, Canadá, Chile, Colombia, Costa Rica, Guatemala, Guyana, Honduras, México, Panamá, Paraguay, Perú y Santa Lucía- reaccionó de manera similar y condenó, además, el fraudulento llamado a elecciones presidenciales anticipadas para reelegir a Maduro.
Quienes guardaron un silencio incomprensible frente a tan infames violaciones de los derechos humanos fueron el Papa Francisco y Lenín Moreno. La canciller Espinosa dijo que respeta al régimen venezolano. ¡Mejor hubiera sido que se sume a los silencios!