Por cada dólar invertido en ampliar el tratamiento de la depresión y la ansiedad se obtendría cuatro dólares en mejor salud y capacidad de trabajo. El dato es parte de Una nueva agenda para la salud mental en las Américas, iniciativa de la Organización Panamericana de la Salud (OPS) para poner el tema en el centro de la agenda política de los países de la región.
América Latina y el Caribe reportaron casi 3 millones de muertes por covid-19, la cifra más elevada del mundo. El virus además causó un grave impacto en la economía, con el aumento del desempleo, la pobreza y la desigualdad. La repercusión más directa fue sobre la salud mental.
Por eso la agenda, elaborada por la Comisión de Alto Nivel sobre Salud Mental y covid-19 de la OPS, propone 10 recomendaciones a los estados. Para Jarbas Barbosa, director del organismo, una de las grandes debilidades en el tratamiento es la escasa inversión. Se calcula que apenas el 3% del presupuesto de salud -que de por sí es bajo- se destina a salud mental.
Las 10 recomendaciones
La agenda fue elaborada por 17 expertos de gobiernos de la región, sociedad civil, académicos y personas con experiencia de vida en salud mental. La semana pasada presentaron 10 recomendaciones, que están a disposición de los países para la toma de decisiones.
Epsy Campbell Barr, presidenta de la Comisión y exvicepresidenta de Costa Rica, destacó algunos aspectos novedosos y urgentes de la agenda. Uno de ellos es un enfoque en las juventudes, para reducir las cifras de suicidio. Además se incorpora un claro eje que busca la transformación de la perspectiva de género, ante la amenaza del machismo.
“También el racismo y la discriminación racial deben de afrontarse como determinantes críticas a la salud mental. Como comunidades debemos trabajar con pueblos afrodescendientes, indígenas y otros grupos étnicos para fomentar el bienestar”. Estos son los 10 puntos de la agenda propuesta por la OPS:
- Elevar el tema de la salud mental a nivel nacional y supranacional.
- Integrar la salud mental en todas las políticas.
- Aumentar la cantidad y mejorar la calidad del financiamiento para la salud mental.
- Garantizar los derechos humanos de las personas con problemas de salud mental.
- Promover y proteger la salud mental a lo largo de toda la vida.
- Mejorar y ampliar los servicios y la atención de salud mental en la comunidad.
- Fortalecer la prevención del suicidio.
- Adoptar un enfoque trasformador frente a las cuestiones de género en pro de la salud mental.
- Abordar el racismo y la discriminación racial como determinantes de la salud mental.
- Mejorar los datos y las investigaciones sobre la salud mental.
Radiografía de la salud mental
Los trastornos depresivos y de ansiedad son la tercera y cuarta causa de discapacidad en las Américas. Esa es una de las principales problemáticas de la región, que se profundizó tras la pandemia de covid-19.
En 2020, el confinamiento, los trastornos depresivos graves aumentaron un 35% y los trastornos de ansiedad un 32%. En tanto que el 65% de los países de la región reportó interrupciones en los servicios esenciales de salud mental y consumo de sustancias. Esa estadística alcanzó el 14% en el 2023, por lo que aún hay una brecha en la atención.
El suicidio es otra señal del estado de la salud mental. En la región cobra casi 100 000 vidas cada año. Ecuador se ubica en el puesto 11 entre las naciones con tasas más elevadas de suicidio.
El consumo de alcohol también se suma a las complicaciones de salud mental. Se calcula que esta es la causa del 5,5% de todas las muertes en las Américas. En el mundo, la región es la segunda con el mayor registro de consumo de alcohol.
La violencia en Ecuador y la región
La violencia es un desafío de salud pública que afecta a una proporción considerable de la población, según el informe de la OPS. La región de las Américas tiene la tasa de homicidios más alta del mundo (19,2 por cada 100 000 habitantes), más del triple del promedio global.
“La población joven, de 10 a 29 años, en particular los hombres jóvenes y los niños, son especialmente vulnerables”, cita el organismo. Ecuador es parte de las estadísticas. Tras la pandemia, la violencia criminal aumentó, generando cuadros de ansiedad y miedo en las comunidades más expuestas.
Para Néstor Méndez, copresidente de la Comisión creadora de la agenda por la salud mental y director general adjunto de la Organización de los Estados Americanos (OEA), los sobrevivientes de todos los tipos de violencia deben recibir atención inmediata y de calidad para atenuar las secuelas. Para ello, es fundamental la participación de la comunidad en procesos de ayuda mutua.
Méndez además involucra a los sistemas de atención primaria de salud, por el rol que juegan en el diagnóstico temprano y en ofrecer cuidados para quienes sufren los efectos de eventos violentos. “Hay muchas habilidades en las que pueden ser capacitados los profesionales de atención primaria, como técnicas de apoyo sicosocial o el tratamiento sicofarmacológico cuando es necesario”.
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