Cualquier persona es capaz de ayudar a quien conoce: a un hermano, cuñado o amigo. Pero no cualquiera ayuda a alguien que no conoce y que quizás nunca sepa que lo ayudaste. Patricio Andrade, voluntario y fundador de Superhéroe por una sonrisa, es justamente de aquellos que dedican su tiempo a traer alegría a los niños que sufren de cáncer. Esta es su historia:
“El voluntariado es tan especial porque das de tu tiempo, que es invaluable, para ayudar al otro, a quien no conoces. Y ese es un superpoder: ser capaz de ver mejor de cada persona y dar lo mejor que tienes.
Superhéroes por una sonrisa es una agrupación de voluntarios que se creó hace más de cinco años. Trabajamos en dos enfoques. El primero es llegar con alegría disfrazados de algún héroe y llevar risas a los niños que están luchando contra el cáncer. La segunda va de la mano con la primera y es alegrar el lugar donde ellos están, es decir, cambiar el color de las paredes, de las sábanas, sus pijamas, los mandiles de los médicos…
La fuerza de la alegría
La risa tiene poder. Es capaz de elevar el sistema inmunológico de una persona y, por lo tanto, evita que se enferme o le ayuda a sanar. Por eso, además de ser médico especialista en medicina familiar y ginecoobstetricia, tengo una preparación especial en risoterapia.
Es un tratamiento que se utiliza para mejorar el estado anímico de las personas. Mientras más deprimido está un paciente, más bajan sus defensas y, por lo tanto, es más propenso a enfermedades. Ahí radica el poder de la risa.
Yo estudié y me formé en risoterapia con varios risoterapeutas. Se trata de una alternativa a la terapia convencional, comprobada científicamente y que ayuda muchísimo. Yo mismo la uso con pacientes oncológicos, con sus familiares, con el personal médico que los atiende y con los voluntarios.
Es clave entender algo: el verdadero superhéroe no es el voluntario disfrazado que llega a alegrar al paciente; el superhéroe es el niño o la niña que lucha contra la enfermedad.
La primera vez que me disfracé para entrar a un hospital fue hace cinco años, y fue sorprendente. Los superhéroes entramos por las puertas de emergencia y los niños se levantaban para saludarnos, se reían, se olvidaron, por un momento, de su patología. Eso sumado a sábanas de princesa, cobijas de héroes, rayuelas dibujadas en el piso, marca una gran diferencia en sus tratamientos.
Para poder hacerlo debimos revisar muy bien la normativa porque no se podía cambiar ni un clavo en el hospital. Fue una negociación intensa, pero ganó lo mejor para el paciente.
Hemos intervenido en varias casas de salud, entre ellas el Hospital Docente de Calderón, el Baca Ortiz, Solca…
Una de las visitas más especiales fue durante la pandemia. Los niños estaban encerrados y todo el show lo hicimos desde afuera. Bajamos desde la terraza hasta el sexto piso haciendo rapel por la fachada del hospital. Hicimos bailes, música, malabares… fue una fiesta.
Trabajo en equipo
En total son unos 100 voluntarios, entre médicos, enfermeras, periodistas, artistas gráficos, abogados, psicólogos, docentes, cocineros y demás. Al año hacemos tres visitas a hospitales, y para eso todos los meses tenemos reuniones y capacitaciones para aprender a ayudar a una persona enferma, para saber cómo levantarle el ánimo. Debemos entender que solidaridad es dar lo que uno tiene, no lo que le sobra.
Nuestro proyecto es acogido por la Fundación de las Américas, que nos da el aval para brindar ayuda. Hasta el momento hemos hecho quizás unas 80 visitas a casas de salud y hogares de recepción de niños con cáncer. Además, nos han invitado a charlas en escuelas y colegios.
En donaciones hemos superado los USD 30 000. Y ojo, no tenemos auspiciantes, todo lo hemos hecho con autogestión y trabajo.
Su hogar
Estoy con mi esposa desde hace más de 20 años, y hace siete nos casamos. Ella también es médico. No tenemos hijos. Siempre hemos tenido una vida de ayuda y voluntariado. Fuimos médicos brigadistas especialistas en desastres naturales y hemos ido, por ejemplo, a ayudar cuando ha ocurrido un terremoto en otros países, así que era un poco difícil pensar en hijos. Nuestra vida gira en torno a la ayuda y la solidaridad. Y no hay nada más valioso que dar tu tiempo.
Como voluntario uno conoce gente extraordinaria. A veces me da tristeza el saber que no todos pueden hacer voluntariado. No saben lo que se pierden. El ayudar cambia la vida. La vida es más positiva. Cuando uno da recibe el doble y el triple. Para eso estamos en este mundo. Para dejar una huella positiva.
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